Este artículo se publicó hace 15 años.
Marina Abramovic homenajea con su cuerpo el espíritu de Santa Teresa
"Elevar el espíritu del espectador", así resumió hoy la artista Marina Abramovic la finalidad de sus "performances" en la presentación de su exposición "The Kitchen. Homage to Saint Therese" (La cocina. Homenaje a Santa Teresa) en La Fábrica Galería, en Madrid.
Esa muestra trae a Madrid por primera vez y hasta el próximo 12 de diciembre nueve fotos de gran formato que fueron tomadas en mayo pasado por el italiano Marco Anelli de sus "performances" en "la abandonada cocina del Monasterio de La Laboral -centro de arte contemporáneo- de Gijón", según indicó.
Y también se proyecta un vídeo -a color y de 8 minutos de duración- en una pantalla de plexiglás en el que Abramovic, una de las "popes" de las "performance", sujeta un cuenco que, tras llenarse de leche, se desparrama "gota a gota como si fuera el paso del tiempo".
El motor de este último trabajo -"La cocina"- es, según declaró, su curiosidad por la vida de Santa Teresa de Ávila (España, 1515-1582).
De Santa Teresa, Abramovic (Bélgica, 1946) destacó que le atrajo "su capacidad para levitar, su devoción y su amor por Jesús" y "el control de su cuerpo".
Para esta pionera de la "performance", "el cuerpo lo es todo" y en ello indaga "desde hace 40 años" y en especial en "ir más allá de los límites" de su propio cuerpo.
Abramovic añadió que trata de "comprender y controlar las emociones" y de "encontrar la herramienta o el mecanismo que dé respuesta a la dicotomía entre lo físico y lo espiritual", de ahí que le interese Santa Teresa por su control y voluntad de renunciar a su cuerpo en aras de su devoción religiosa.
En ese proyecto, la artista se atavió con un vestido negro con faldones y escogió la cocina de La Laboral como lugar para desarrollar su 'performance' y lograr una "conexión -añadió- muy espiritual; similar al estado de éxtasis de Santa Teresa".
De ahí que la imagen principal de la muestra sea la titulada "La cocina I" en la que la artista está, metafóricamente, levitando en la cocina junto con la "batería de cocina original", con la que "en los años 50 se preparó comida para unos 8.000 huérfanos".
Para estas escenas, la artista explicó que se inspiró en "la lectura de los 'Diarios' de Santa Teresa" y el reto fue trasladar esas experiencias a la "performance" y analizar "cómo se conectaba ese tema con su vida", de ahí que se decantase por un espacio muy importante en su infancia, la cocina.
A partir de los 6 años, cuando sus padres se la dieron a sus abuelos, la cocina fue para Marina Abramovic "el centro de su mundo", donde "se contaban los sueños, los secretos y las historias, y ocurrían los rituales" y "se mezcla el mundo espiritual y la vida cotidiana".
A su vez en "La cocina. Homenaje a Santa Teresa" trató de materializar "la meditación, la contemplación y el silencio" a través de la iconográfica religiosa -la forma de cruz en la foto "La cocina II"- y revisitar la obra de Francisco Zurbarán.
Del pintor naturalista escoge el gusto por los bodegones como en la foto "La cocina IX" y ante todo el uso de las calaveras "en referencia a la muerte" así como la posición ladeada de la cabeza y de las manos mientras posa.
También el uso de la leche porque, a su parecer, "representa la nutrición, la pureza y la inocencia". Y en el único bodegón expuesto combina tres elementos: el agua, la leche -"el lado místico de la comida"- y la sal en forma de pirámide -"la pirámide del alma".
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