La madre de todas las propagandas
La Guerra filmada reune las películas, documentales y noticiarios rodados por las diversas facciones que combatieron en la Guerra Civil
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La Plaza Mayor de Salamanca se viene abajo. Y no es para menos: Francisco Franco y el Embajador alemán Wilhelm von Faupel irrumpen escoltados por la Guardia Mora a caballo. Una multitud enloquecida recibe a los prohombres blandiendo alegremente toda clase de esvásticas. Es posible que los salmantinos también berreen desgañitados "a por ellos, oe" al paso del generalísimo, pero nunca lo sabremos: el único sonido que acompaña a las imágenes es un popurrí de los himnos alemán y español. Sin más comentarios.
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El filme Presentación de credenciales del Embajador de Alemania en Salamanca se rodó en 1937 y es una de las 37 películas, documentales y noticiarios incluidos en La Guerra filmada, edición de cuatro DVD del material rodado por las facciones que lucharon en la Guerra Civil que se conservaba en la Filmoteca Española. Las películas se muestran en bruto, sin interpretaciones o montajes posteriores, aunque están precedidas por unos concisos comentarios contextualizadores del historiador Julián Casanova.
"Yo no hablaría de neutralidad porque mi mano está detrás de la selección y de la estructura, aunque la idea es mostrar símplemente cómo se filmó la Guerra en su momento, de ahí el título", explica Casanova, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza.
La Guerra Filmada es, por tanto, una muestra de propaganda en estado puro. "Los documentales hechos en tiempos de guerra siempre son propagandísticos porque se realizan bajo unas circunstancias extraordinarias", cuenta Casanova. "Se trata de impactar al espectador, convencerle que tus enemigos son malvados y de que tus motivos son justos. Todos los filmes están muy ideologizadas", añade.
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Pero la propaganda tiene sus límites. Tanto que, en ocasiones, algunas películas se volvieron contra sus autores por un exceso de ardor guerrero. Pese a que la mayor parte del material incluido en La Guerra Filmada se emitió en TVE en 2006, la edición en DVD se ha retrasado por las reticencias de la CNT a ceder los derechos de algunas de las imágenes filmadas durante la Guerra por el sindicato anarquista.
"Pensaban que se destacaba mucho la violencia durante la revolución social de Barcelona, en lugar de resaltar sus logros. Y es que, el nivel de agresividad verbal anticlerical y las iglesias humeantes que se ven en algunas imágenes todavía impresionan", dice Casanova sobre el filme Reportaje del movimiento revolucionario en Barcelona, rodado al inicio del conflicto por la Oficina de Información y Propaganda de la CNT-FAI.
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La controversia sobre sus secuencias, que incluyen las célebres imágenes de una multitud contemplando momias de monjas desenterradas en la entrada de un templo (el locutor del reportaje advierte que los cadáveres momificados presentan huellas de amortajamiento, prueba, dice, de que las monjas eran torturadas por sus propias compañeras) viene de lejos.
El plano de las momias del convento de las Salesas es "una secuencia visual de descomunales resonancias e inagotable circulación. Puede contarse entre las más citadas y pervertidas de toda la historia de la Guerra Civil y acaso de toda la historia de la propaganda. No era necesaria la visión de un profeta para intuir que el enemigo podía organizar una contrapropaganda sumamente eficaz, pues el propio locutor del documental, presa de la euforia, casi se autocalificaba de profanador y sacrílego", explica Vicente Sánchez Biosca, autor del ensayo Cine y Guerra Civil Española (Alianza, 2006).
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Dicho y hecho: la cinta cayó en manos de las autoridades alemanas, que la hicieron circular "remontada y en un sentido ideológico condenatorio. La transparencia e inequivocidad de los planos relativos a las momias desenterradas fue causa o excusa para demostrar sobre bases documentadas la persecución religiosa que había tenido lugar en España", añade Biosca. Y las imágenes siguen trayendo cola siete décadas después. "TVE dudo mucho sobre la conveniencia de emitirlas, pero yo era partidario de que primara la libertad de expresión", dice Casanova.
Con todo, dentro del fervor propagandístico, Casanova diferencia entre filmes que también destacan por su calidad técnica, como España 1936, escrito por Luis Buñuel, y películas tan desatadas en su delirio militante que "parecen de otra galaxia", como la protagonizada por Franco en Salamanca bajo un mar de esvásticas.
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La Guerra Filmada contiene todo tipo de ejemplos de propaganda burda, como ese breve filme (Las joyas que se llevaba Negrín) sobre una maleta que supuestamente (y es mucho suponer) fue encontrada por los franquistas en casa del presidente de la República Juan Negrín. El filme sólo muestra a una enigmática mujer de negro que saca bisutería de una maleta mientras una voz en off asegura que se trata de "alajas de valor incalculable robadas a particulares" o "coronas de vírgenes procedentes del saqueo de las iglesias" que Negrín utilizaba para agasajar a sus encantadas amigas.
Pero el broche de oro del humorismo involuntario lo pone el propio generalísimo, en un discurso filmado en su despacho salmantino en 1937. Tras glosar en una barroca parrafada las características de su futuro gobierno (el arranque no tiene desperdicio: "Un Estado totalitario armonizará (sic) en España...), Franco decide de pronto resumir todo lo dicho anteriormente "en una palabra", y en un sobrio ejercicio de contención remata con un escueto: "La semilla de nuestro patriotismo regada con la sangre de tantos mártires hará fecunda la cosecha de la cual las mejores espigas las hemos de depositar en el altar augusto de la patria". Vamos, lo que se dice una palabra.