Este artículo se publicó hace 12 años.
"Lutherapia" alivia con risa la crisis sin confundir el humor y las cosquillas
Les Luthiers ha iniciado en Oviedo la gira por España de su espectáculo "Lutherapia", una sesión de psicoanálisis en la que el quinteto argentino provoca la risa, "algo tan necesario como dormir", para aliviar la crisis y lo hacen, una vez más, sin confundir "el humor con las cosquillas".
En una entrevista con Efe, dos de sus integrantes, Daniel Rabinovich y Carlos López Puccio, defienden de nuevo con "Lutherapia" la risa como la manera de conectarse con una parte de la felicidad, "algo que el ser humano necesita siempre", con ayuda de sus peculiares instrumentos y la inevitable referencia a su personaje más célebre, Johan Sebastian Mastropiero.
Para Rabinovich, la crisis que ahora afecta a Europa ha estado siempre ahí y solo es cuestión de cambiar de región en el mundo para encontrarla, con lo que el humor es siempre "una válvula de escape" para que ellos y su público vean la vida "con un poco de alivio".
No obstante, advierte, su humor, que consideran "intraducible" a otros idiomas, no se basa en la actualidad, algo que aseguran evitar de forma consciente y premeditada sino en cuestiones "más abstractas, más universales", con lo que ni la actual crisis financiera ni el 'corralito' argentino les sirven de inspiración.
"Nosotros no vivimos en crisis sino en un paraíso, Argentina nunca ha estado en crisis", proclama Rabvinovich en tono irónico antes de responder al unísono junto a López Puccio con un rotundo "no" sobre la posibilidad de diseñar un instrumento anticrisis.
El humo de Les Luthiers, apunta López Puccio, tiene más relación con "las cosas del ser humano, las buenas, las malas y la risibles" que con la actualidad política y económica y busca así que sus espectáculos puedan seguir teniendo vigencia durante años.
La definición de su obra como "humor inteligente" le permite además lamentar que se confunda "el humor con las cosquillas" y, aunque admite que una palabrota en un contexto inesperado "suele ser graciosa y hay que tener cierto arte para hacerlo", aboga por apelar "a una vuelta de la conciencia y de la inteligencia, que se junten dos neuronas y que salga una cosa sorprendentemente nueva".
Así, ante la propuesta de que el humor fuera una asignatura en los colegios, Rabinovich, aunque considera que más importante sería "hacer más escuelas", afirma que le encantaría impartir esas clases, pero también apunta que mucha gente ha aprendido con Les Luthiers "a reirse bien apelando a la inteligencia".
"¡Qué bueno sería una clase de humor, pero, si los alumnos fueran y se aburrieran, el profesor sería pésimo!", advierte López Puccio.
Tras 45 años de carrera, "inevitablemente" se imaginan dejándolo "algún día", pero será "en contra de su voluntad" una vez que ya se han resignado "a permanecer juntos" en una especie de matrimonio que, según Rabinovich, es "lo mejor" que les ha pasado y que aún disfruta "de mucha productividad" y capacidad de creación.
"Lutherapia" desarrolla a lo largo de diez piezas musicales una sesión de algo, admiten, tan argentino como la psicoterapia para aliviar al autor de una tesis sobre el maestro Mastropiero al que, aún sin ponerle cara, Rabinovich se imagina con peluca y viviendo a caballo entre finales del siglo XIX y el XX.
López Puccio discrepa y sitúa en el siglo XVIII al personaje, "una especie de Bach" y de ahí su nombre, en el que se personifica "el resumen de todos los compositores y también de todas las desvirtudes del ser humano, de las peores", apunta.
Candidatos en siete ocasiones al premio Príncipe de Asturias, aseguran que estarían encantados de recibirlo -"¡incluso en Economía¡"- tras haber sido propuestos en las categorías de Letras y Artes y que sería una buena excusa para visitar Asturias sin tener que trabajar aunque, advierten, no usan chaqué sino esmoquin.
Tras cinco funciones en Oviedo, una más de las inicialmente previstas y con las localidades prácticamente agotadas, la gira española de "Lutherapia" les llevará en las próximas semanas a los escenarios de A Coruña, Vigo y Madrid.
Raúl Molina y Juan Carlos Bermejo
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