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La lucha ecologista se centra ahora en el toro

Las asociaciones acumulan logros en su intento de erradicar los actos más crueles

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Gracias a organizaciones como Asociación Nacional para la Protección y Bienestar Animales -cuyos equipos de juristas se encargan de recoger pruebas para suprimir con la ley en la mano determinados festejos- y a grupos de presión, como Ecologistas en Acción, el Partido Antitaurino contra el Maltrato Animal y la Fundación Altarriba, nuestros animales viven algo más tranquilos.

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Entre los logros de los últimos años se encuentra el haber suprimido los encierros de avestruces en Navarra, Catalunya y el País Vasco. También pueden celebrar que en localidades como San Bartolomé de Pinares (Ávila), el Ayuntamiento haya prohibido que se obligue a los caballos a saltar hogueras.

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Que se colgasen gallos vivos en Extremadura. Que se persiguiera patos en Baleares, Catalunya y País Valenciano (al Ayuntamiento de Sagunto le costó la broma 45.000 euros la última vez que lo programó). Que se persiguieran cerdos engrasados en Asturias, Galicia, Castilla y León y Andalucía. Que se tirasen cabras y aves desde campanarios o que se lancearan toros, entre otros muchos festejos.

A escondidas

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Sin embargo, los ecologistas denuncian que queda mucho por hacer. En su punto de mira, siguen las corridas de toros, declaradas excepción.También tienen pendiente acabar con muchos de los festejos populares taurinos, que se acogen a la particularidad de la Fiesta Nacional para seguir celebrando algunas prácticas en las que los animales son sometidos a crueles torturas.

Una dificultad para descubrir qué pueblos de la España profunda celebran rituales cruentos es el sumo cuidado que algunos de ellos emplean para organizar sus actos sin hacerles publicidad, casi a escondidas. Los ecologistas también insisten en afirmar que España es el único país de la Unión Europea en donde la barbarie sigue tan extendida como en la Edad Media. Por ello, reclaman a la ciudadanía la participación para evitar estos actos.

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Sus acciones suelen ser mal entendidas en los lugares afectados. Por este motivo, incluso han sido llevados a juicio, como en el caso de Arturo Pérez, de ACTYMA, acusado de atentar contra el honor del pueblo de Tordesillas (Valladolid). Ocurrió tras protagonizar una acción en 2006 con una avioneta en la que se podía leer la pancarta "Tordesillas, vergüenza humana". El pueblo estaba celebrando el Toro de la Vega, un ritual por el cual se lancea al animal hasta ensartarle el corazón.

La mayoría de actos festivos en los que se usan animales en España se realiza en nombre de religiones, vírgenes o santos. El Toro de Coria es en honor a San Juan. El de Tordesillas, a la Virgen de la Peña. Los gansos de Lekeitio se celebraban por San Antolines. Los Bous a la Mar en Dénia por las fiestas patronales de la Santísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo.

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No obstante, y paradójicamente, la doctrina católica es contraria al maltrato animal, confirma Enrique Miret Magdalena, teólogo seglar y ex presidente de la Asociación de Teólogos Juan XXIII. "Cualquier dureza infligida injustamente es pecado para la moral católica.

El cristianismo defiende el respeto a su vida. Por eso existe una teología de los animales para un trato humano con los mismos", explica. Al ser preguntado por una bula papal de Pío V, en la que se excomulgaba a los eclesiásticos que participaran en corridas de toros, Miret apela al sentido común y a no sacar las cosas de contexto. "Era normal que la autoridad eclesiática presidiera estos actos.

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Sin embargo, no todos los Papas fueron partidarios de las corridas de toros, y durante mucho tiempo fue prohibida la asistencia del clero a ellas; si bien los moralistas distinguían entre verlas desde un balcón, que no era pecado, y su asistencia visible o incluso su presidencia", explica. Según Miret, es conveniente no mezclar las cosas para analizarlas con distanciamiento y rigor. "La religión auténtica debe distinguir entre los festejos religiosos racionales y la devoción religiosa", concluye el teólogo.

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