Este artículo se publicó hace 14 años.
La locura se apodera del gentío que escoltó al Cristo Negro por Manila
La tradicional procesión del Cristo Negro de Quiapo desató la locura entre la muchedumbre que siguió hoy a la venerada imagen tallada en México por las calles de Manila, donde una persona murió pisoteada y otra de un ataque al corazón.
Cerca de 2 millones de personas apretujadas escoltaron a esta imagen religiosa a la que sus devotos atribuyen poderes milagrosos desde que llegó a Filipinas, hace más de cuatro siglos.
Durante el recorrido, un ataque cardíaco acabó con la vida de un hombre de 42 años, y otro de 40 años falleció aplastado por la turba tras caer de la carroza en la que transportaban la talla.
Otras 400 personas precisaron asistencia médica, aquejadas según la Cruz Roja, de lipotimias y heridas en los pies, ya que gran parte de los devotos realizaron descalzos este recorrido de seis kilómetros por el centro de la capital filipina.
Al grito de "Viva Nazareno", los fieles católicos se abrían paso a empellones para tocar la estatua y buscaban enfebrecidos un hueco con el fin de tener el privilegio de agarrar las cuerdas con las que decenas de cofrades tiran de las andas sobre las que trasladan al nazareno.
Esa marabunta, sobre la que la que siempre pende la amenaza de una estampida, es territorio exclusivo de los hombres, mientras que las mujeres se conforman con agitar sus pañuelos y lanzar pequeñas toallitas a los hermanos sobre la "karosa" (carroza en tagalo) para que toquen con ellas el Cristo y se las devuelvan benditas.
Una de esas fieles, Juanita de Castro, convencida de las propiedades milagrosas de la estatua, aseguró a EFE que el Cristo curó el pasado año un cáncer de hígado terminal a su hermano.
"Los médicos ya no tenían ninguna esperanza, decían que no había solución, pero ocho meses después de venir a esta procesión, la enfermedad había desaparecido, vengo a dar gracias por ello", explicó esta mujer ataviada con la colorida indumentaria de su cofradía.
En esta 403 edición de la marcha, la Policía desplegó 1.500 efectivos para garantizar la seguridad, el doble que el pasado año, ya que la afluencia se multiplicó a raíz de las desgracias causadas por las numerosas catástrofes naturales que se cebaron con el país en 2009.
El evento, como ocurre cada año, atrajo también a la legión de carteristas, que hicieron de nuevo su agosto aliviando el peso de los bolsillos de los feligreses y también los de algunos policías a cargo de evitar el azote.
Aunque el Nazareno Negro sale de la iglesia de Quiapo en otras dos ocasiones a lo largo del año, en Viernes Santo y el 1 de enero, hoy fue el día por excelencia para todos sus fieles y conmemoró la fecha en que la figura se trasladó desde el antiguo barrio español de Intramuros a su actual morada.
La escultura arribó a Manila el 31 de mayo de 1606, traída por misioneros agustinos recoletos desde México en un galeón que, según la leyenda, se incendió y dio a la talla del Cristo su inigualable color negruzco, aunque otra versión asegura que la estatua fue hecha por un artesano azteca en México, que la concibió oscura a su imagen y semejanza.
Dos siglos después, ya instalado en Quiapo, el Cristo Negro se alzó como uno de los referentes religiosos más importantes de Manila, la capital de la única nación de mayoría católica de Asia.
Sus fieles atribuyen al Nazareno Negro incontables milagros y sacan a relucir con frecuencia que sobrevivió los grandes terremotos de 1645 y 1863, a los incendios que carbonizaron la Iglesia de Quiapo en 1791 y 1929 y al bombardeo de Manila durante la Segunda Guerra Mundial, en 1945.
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