Este artículo se publicó hace 14 años.
Y en esas llegó la duquesa
Cría cuervos y te sacarán los ojos, dice el refrán. Los socialistas la nombraron hija predilecta, aceptaron su proyecto de estatua, la convirtieron en imagen de las fiestas de la primavera… Y el día que los príncipes visitan Sevilla, va la duquesa de Alba y entra en el Alcázar del brazo del candidato del PP a la Alcaldía, Juan Ignacio Zoido. Pura casualidad.
Cayetana de Alba fue una de las últimas invitadas en llegar al acto de presentación en Andalucía de la Fundación Príncipe de Girona, constituida el pasado junio con el objetivo de promocionar la educación y formación de los jóvenes y fomentar proyectos sociales. “Debemos escuchar a los jóvenes y contar con ellos”, dijo el príncipe Felipe ante un auditorio a rebosar de hombres enchaquetados y un salteado de mujeres igual de bien vestidas. Jóvenes, lo que se dice jóvenes, había pocos.
Pablo Pineda, al borde de los 35 años, formaba parte de la excepción. “Recibí la invitación hace unos días en Málaga y como tenía que ir a Madrid a la gala de los Goya, pues me ha cogido de paso”, explicó el actor y primer licenciado universitario con síndrome de Down, tras el discurso de su alteza.
El proyecto de la Fundación le ha resultado “súper interesante” porque considera que beneficia a todos. Pero coincide en la apreciación visual: “Hay muchos adultos aquí, y si es para los jóvenes deberían haber invitado a más, ¿no?”, se pregunta.
Entre otras actuaciones, la Fundación, patrocinada por más de 60 empresas españolas, entre ellas las andaluzas Grupo Osborne y Focus Abengoa, pretende desarrollar un libro blanco sobre la capacidad emprendedora, un programa con empresas-taller para el diseño de sillas de ruedas, o un foro anual de reflexión, según explicó su presidente, Antonio Esteve.
Hasta ahí todo perfecto. Discurso, sinónimo de cabezadas. La alegría llegó cuando le tocó el turno a Emilio Lamo de Espinosa, miembro del Consejo Asesor de la Fundación. “Los empresarios han entendido que el futuro es mirar hacia fuera, hacia Europa, pero no sé si la política está a la altura de lo que reclaman los jóvenes, que no quieren protección sino oportunidades, o está ensimismada en el corto plazo y el casticismo”, dijo del tirón.
Y hubo más tralla: “Hemos solucionado el problema del envejecimiento por la puerta de atrás, con la emigración, en vez de enseñar a los jóvenes a tener familias”. El alcalde de Sevilla, el socialista Alfredo Sánchez Monteseirín, miraba al techo. Su compañero de filas y presidente de la Junta, José Antonio Griñán, se atusaba la barba. ¿Otra casualidad?
Ya en el cóctel, aunque no faltaron mujeres como alguna que otra rectora o científica, se reunió lo más castizo. El teniente de Hermano Mayor de la Real Maestranza de Sevilla, Alfonso Guajardo-Fajardo, departía amablemente con el príncipe. Y cuando el prestigioso jurista Manuel Olivencia parecía más interesado en la charla, llegó su yerno, Javier Arenas, lo sacó del corrillo y le dio un abrazo. Zoido esperaba detrás. Mientras tanto, la duquesa abandonaba Palacio.
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