Este artículo se publicó hace 14 años.
Llega a Buenos Aires el "siestario", el lugar ideal para dormir a medida
Siguiendo la estela de proyectos similares en Japón, Reino Unido o Australia, una empresa argentina acaba de abrir el primer "siestario" de Buenos Aires para que los porteños se repongan del estrés con "una buena siesta".
En pleno centro financiero de Buenos Aires, donde reinan el bullicio y las prisas, se instaló este paraíso de la tranquilidad, en el que se ofrecen hasta siete tipos de breves siestas con distintos aromas e iluminaciones en función de la personalidad del usuario, en su mayoría ejecutivos.
"Queríamos ofrecer un espacio de resguardo y armonía donde recargar energías para el resto del día", explicó a Efe la psicóloga Viviana Vega, una de las impulsoras del Centro Selfishness.
Vega y el otro director del proyecto, Daniel Leynaud, estuvieron meses investigando "los beneficios de la siesta" para desarrollar el "mejor escenario" en el que descansar y recuperar rápidamente la concentración al volver al trabajo.
El primer "siestario" de Buenos Aires cuenta con tres cabinas en las que reposar cómo máximo 45 minutos, "el tiempo necesario", en unas camas inclinables, diseñadas "especialmente" por un ingeniero para "hacer la siesta".
Antes de ingresar a las cabinas, el cliente mantiene una charla de evaluación con un asistente que decide el tipo de siesta que precisa y le enseña además ejercicios de relajación.
A partir de preguntas sobre el carácter o los hábitos de descanso del cliente, el asistente escoge el tipo de iluminación y aroma para la cabina de descanso según los principios de la filosofía asiática del Feng Shui.
Las cabinas disponen de 16 colores de iluminación que "potencian" los beneficios de la siesta, como por ejemplo la luz azul o verde.
La elección del color adecuado es primordial, ya que, según explica Vega, el verde suele relajar, pero puede ser "contraproducente" con alguien que padezca un mal funcionamiento hepático.
Una vez en la cabina, el cliente puede tomar una siesta de 25, 35 o 45 minutos, arropado siempre bajo una cálida manta, con los ojos tapados por una pesada máscara y con música relajante por auriculares que va variando desde ritmos cada vez más intensos a medida que avanza el tiempo del descanso.
Una vez finalizada la siesta, el renovado usuario recibe un té y unas galletas elaboradas especialmente para "recuperar la energía y evitar el estrés".
Toda la sesión dura alrededor de unos 75 minutos y cuesta un total de 100 pesos (unos 25 dólares), que pueden ascender hasta 175 pesos (unos 44 dólares) si se recibe un masaje tras la siesta.
Para Alberto, un cliente que acude dos veces por semana al "siestario" tras el almuerzo, tomar una breve siesta le ayuda a "mejorar" su rendimiento cuando retorna a su trabajo.
Según los promotores de Selfishness no existe otro centro igual en el resto del mundo que se "adapte a las necesidades" de los transeúntes de una ciudad.
En sus primeras semanas de funcionamiento el primer "siestario" argentino ha recibido un alud de clientes, por lo que están estudiando lanzar promociones especiales en las principales oficinas del distrito financiero de Buenos Aires.
Los especialistas recomiendan tomar una siesta de no más de 40 minutos porque es el momento de "máxima relajación" y cuando se recupera "mayor energía", apuntó a Efe Daniel Cardinali, investigador de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica Argentina.
Este tipo de siestas retrasan, según Cardinali, una o dos horas la irrupción del cansancio, aunque alertó de que las siestas de "larga duración" neutralizan este efecto reparador.
Según este experto, las horas de sueño se han reducido un 25 por ciento en los últimos 40 años a nivel global, hasta el punto de que actualmente un 40 por ciento de la población mundial, tanto mayor como joven, padece trastornos de sueño como consecuencia de los cambios sociales, laborales y tecnológicos.
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