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Lehman Brothers todavía no paga por sus excesos

Hasta 2012 no empezará a pagar los 47.100 millones de indemnización

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Impunidad podría ser la palabra. Tres años después de protagonizar la mayor quiebra de la historia financiera de Estados Unidos, el banco de inversión Lehman Brothers todavía no ha empezado a pagar a sus acreedores, no se ha visto inquietado por ninguna de las investigaciones del Gobierno estadounidense y ha conseguido amparar a su cúpula directiva de cualquier responsabilidad. El próximo jueves, día 15, se cumple el tercer aniversario del colapso de uno de los pilares de Wall Street, el evento que desencadenó la crisis crediticia actual. Al haberse acogido a la ley de quiebras estadounidense (Chapter 11), la firma ha conseguido ahorrarse muchos pleitos por la mala praxis de su actividad. Aún así, Lehman Brothers sigue prolongando su existencia en unas batallas legales que durarán años.

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En el tribunal de Manhattan que gestiona la quiebra, empieza a despejarse el terreno para que se apruebe un plan de indemnización de 65.000 millones de dólares (unos 47.100 millones de euros). De salir adelante esta medida a finales de este año, como de momento está previsto, la entidad podría empezar a reembolsar a sus 110.000 acreedores en la primera mitad de 2012. La indemnización, sin embargo, es una pequeña parte del agujero. En el momento del colapso se estimaba que el valor de la firma rondaba los 639.000 millones de dólares (463.000 millones de euros). Barclays retomó gran parte de los negocios de Lehman en un trato que se pertrechó deprisa y corriendo poco después de la catástrofe.

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La firma se ha acogido a la ley de quiebras para evitar pleitos

La firma, que busca desesperadamente dinero para cumplir con sus compromisos de deuda, ha demandado a unos 50 antiguos ejecutivos para recuperar las primas que cobraron en los años anteriores a la quiebra. De momento no le está yendo del todo mal. En agosto, Lehman Brothers consiguió 2,2 millones de dólares de James Bostford, unos de sus brókers, y 800.000 dólares de otra de sus empleadas. Gotas de agua en el agujero financiero pero gotas que irán a parar al fondo de los acreedores. Lehman también le ha puesto un pleito a Barclays por no haber cumplido con una de las cláusulas de su venta precipitada a la entidad británica, la que especificaba que debía pagar a los empleados que se pasaban a los nuevos dueños, sólo 1.500 millones en bonus de los 2.000 prometidos. El caso sigue discutiéndose estos días en un tribunal estadounidense.

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Los pleitos han ido en paralelo a la investigación a la que la Comisión del Mercado de Valores de EEUU (Securities Exchange Comission, SEC por sus siglas en inglés) ha sometido a Lehman Brothers durante estos tres últimos años. Del escrutinio aún no ha salido ningún cargo. Otras instituciones, como la Fiscalía de Manhattan, han lanzado sus propias investigaciones sobre la quiebra del cuarto mayor banco de inversión norteamericano, centrándose, principalmente, en el papel que jugó Ernst& Young, la firma de auditoría que hasta el último momento avaló a Lehman.

Seguro de 90 millones

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Los exdirectivos del banco son ahoraconsejeros de Sony, Citigroup o Glaxo

El pasado agosto, el juez que gestiona la quiebra admitió una demanda contra los altos ejecutivos de Lehman, incluido su máximo responsable Richard Fuld. La denuncia se admitió a trámite con la condición de que sólo se limitara al montante del seguro contratado por Lehman para estos casos, una práctica habitual en Wall Street, de unos 90 millones de dólares. Es decir que, en ningún caso, ni Fuld ni sus lugartenientes tendrán que pagar la factura legal o las indemnizaciones de su bolsillo.

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Tres años después del caos que provocaron, ninguno de los exdirectivos de Lehman ha sido arrastrado por la crisis económica. De hecho, a Fuld no le van mal las cosas. Tiene su propia consultoría: Matrix Advisors. Los otros miembros del consejo de administración también han encontrado acomodo en Citi-group, Sony o GlaxoSmithKline.

Como subrayaba recientemente el comentarista económico Floyd Norris, en las páginas de The New York Times, al hablar también de los directivos de Bear Stearns, el banco de inversiones que quebró en marzo de 2008, y que dio la primera señal de alarma de las actuales dificultades económicas, "la crisis financiera ha sido un evento sumamente complejo. Eso permite repartir la carga de la responsabilidad y los presidentes o directores ejecutivos pueden decir que fue la crisis y no una mala gestión o una supervisión deficiente lo que causó el colapso de sus firmas".

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