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El Kremlin reanuda las paradas militares y exhibirá misiles en la Plaza Roja

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Rusia, empeñada en reafirmar su estatus como gran potencia y enfrascada en su disputa con Occidente sobre seguridad, ha anunciado que reanudará en mayo los grandiosos desfiles militares en la Plaza Roja de Moscú.

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El Ejército informó esta semana de que, por orden del presidente de Rusia y su Comandante en Jefe, Vladímir Putin, paseará por el corazón de la capital numeroso armamento pesado, incluida su arma más temible: los misiles balísticos intercontinentales Tópol-M.

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El desfile militar, el primero desde los tiempos de la extinta Unión Soviética, tendrá lugar el próximo 9 de mayo con motivo del 63 aniversario de la victoria en la Gran Guerra Patria, como denominan los rusos a la Segunda Guerra Mundial.

Ese día, ante los dirigentes del país, veteranos y diplomáticos extranjeros, desfilarán por la Plaza Roja unidades de infantería y más de un centenar de piezas motorizadas pesadas, y surcarán los cielos de Moscú decenas de aviones y helicópteros de combate.

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El plato fuerte serán los misiles Tópol-M sobre plataformas móviles, la principal respuesta del Kremlin a Estados Unidos, por ser capaces de burlar el futuro escudo antimisiles del Pentágono, que Rusia considera una "amenaza directa para su seguridad".

Ese misil de las Fuerzas Estratégicas tiene una ojiva de un megatón de potencia y se desplaza en vehículos de 22,7 metros de largo y cien toneladas de peso, lo que ha creado serios problemas técnicos a los organizadores del desfile.

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Y es que las autoridades rusas, para defender el corazón del país de terroristas o de posibles protestas populares, han restringido los accesos al Kremlin y la Plaza Roja, cerrando con una iglesia la entrada tradicional de armamento desde la vecina plaza del Picadero.

"Por orden del presidente, a las afueras de Moscú ha sido construido un polígono especial para ensayar los desfiles, que repite la forma de la Plaza Roja", con sus mismas dimensiones, declaró a la prensa el general Vladímir Shamánov, jefe del departamento de preparación de combate del Ejército.

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Asimismo, se acordó con el Ayuntamiento de Moscú desmontar los cables de trolebuses y otras comunicaciones en el centro urbano para despejar el camino al armamento pesado.

En particular, Rusia exhibirá ese día sistemas de defensa aérea con misiles S-300, de mediano alcance y muy codiciados por Irán y Siria, cohetes táctico-operativos Iskander, carros de combate pesados T-90 y piezas de artillería autopropulsadas.

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Además, sobrevolarán la Plaza Roja a baja altura más de 30 aviones y helicópteros de combate, incluidos cazas MiG-29 y Su-27, un bombardero estratégico supersónico Tu-160 y un gigante An-124 Ruslán, el mayor avión militar de transporte del mundo.

En total, tomarán parte en la parada más de 6.000 efectivos, que vestirán nuevos uniformes diseñados por el conocido modisto ruso Valentín Yudashkin y presentados esta semana a Putin durante una singular pasarela en el ministerio de Defensa.

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La última parada militar en la Plaza Roja en la que se exhibió armamento tuvo lugar el 7 de noviembre de 1990, el año anterior al de la desintegración de la URSS.

Aunque en 1995, con motivo del cincuentenario de la victoria en la Segunda Guerra Mundial, se celebró un gran desfile militar, éste tuvo lugar junto al complejo memorial de Poklónnaya Gorá, en el oeste de Moscú.

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La tradición de celebrar paradas militares en la principal plaza de Rusia fue retomada en 1996, pero sin exhibir armamento.

Esta vez, aunque la fecha del aniversario no es redonda, nadie duda de que la decisión del Kremlin de resucitar la moda soviética de hacer ostentación del poderío militar del país supone un doble mensaje al resto del mundo y a la ciudadanía.

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Rusia, irritada por el acercamiento a sus fronteras de la infraestructura militar de la OTAN y EEUU, reanudó en 2007 los vuelos de su aviación estratégica al Pacífico y el Atlántico, interrumpidos desde 1992.

Además, la Armada rusa anunció su deseo de restablecer su presencia permanente en el Mediterráneo, y esta semana realizó maniobras navales y aéreas en el Golfo de Vizcaya, las primeras desde la caída de la URSS.

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En política interior, la prensa vinculó el anuncio del desfile con las elecciones presidenciales del 2 de marzo, en las que Putin pretende dejar el Estado en manos de su delfín y antiguo colaborador, el viceprimer ministro Dmitri Medvédev.

En Rusia nadie duda del triunfo de Medvédev en marzo, con toda la maquinaria del Estado al servicio de su campaña, pero se preguntan en qué cargos presenciarán el desfile él y Putin, que ha prometido encabezar el Gobierno de su sucesor.

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