Este artículo se publicó hace 15 años.
Kenzo continúa sus viajes por el mundo e inspira en el Sahara su verano 2010
El modisto italiano Antonio Marras no conoce el Sahara pero hoy viajó a ese desierto con la firma Kenzo, para crear un elegantísimo Prêt-à-Porter 2010 de ensueño, blanco, militar, natural y multicolor, sobre líneas fluidas y amplias.
Presentada en el Palacio de Tokio, uno de los enclaves de la vanguardia artística nacional, la colección para la próxima temporada estival Kenzo-Marras tenía título, "Un thé au Sahara avec Freya Stark" (1893-1993), y mensaje firmado por la mítica exploradora:
"No puede haber felicidad si las cosas en las que creemos son diferentes de las cosas que hacemos".
Con esta consigna como punto de partida, o de llegada, Antonio Marras se explayó en modelos naranjas, fucsias, turquesas, azul violeta y verdes acidulados, reunidos sobre rayas, cuadros madras, puntillas inglesas, tules, sedas y muselinas.
El modisto, cuya última colección masculina, el pasado junio, celebraba al descubridor del río Congo, el explorador italiano Pierre de Brazza (1852-1905), completó aquí su intensa paleta con verdes militares, verdes musgo, y cuadros blancos y negros, o azul marino e indigo, junto a estampados florales, geométricos, motivos abstractos y mosaicos.
Los suntuosos bordados de lentejuelas se reservarán para los momentos estivales más exigentes, mientras, de día, podrán abundar tonos crudos y terrosos.
La inspiración vino también de la cultura Tuareg, las acuarelas de Eugene Delacroix (1798-1863); las "Cartas desde el Sahara" de Alberto Moravia (1907-1990); y, por supuesto, de la obra ambientada en su mayor parte en Marruecos del escritor neoyorquino Paul Bowles (1910-1999), según explicó el modisto a sus invitados.
Con Marras la libertad será absoluta y sus prendas para todos los gustos, en forma de pantalones largos o cortos, al igual que las faldas y volúmenes dominantes.
El blanco quedó reservado para una serie de creaciones monocolores, adornadas quizás con leves toques dorados, como, de hecho, había adornado su cartón de invitación y su pasarela, promesa de un resplandor que la asistencia aplaudió entusiasmada.
Tras esta evocación intelectual y poética de alto nivel, plasmada en una silueta ultrafemenina, la penúltima jornada de colecciones de París descubrió entre otras la visión neoclásica de Elie Saab.
El modisto libanés tomó a los efectos la carpa de lujo que ocuparon días antes algunos de sus colegas franceses de mayor renombre internacional, en el jardín de las Tullerías, junto a la plaza de la Concordia.
Vestidos largos o cortos, beiges y negros, de preferencia, aunque también hubo rojos cereza y azules, casi siempre drapeados, tirantes incluidos, en ausencia de escotes palabra de honor o diagonales, y bordados suntuosos fueron algunos de los signos claves del estilo Elie Saab para la próxima temporada estival.
Estampados transparentes, cremalleras muy visibles para cerrar en la espalda un vestido negro corto, y minifaldas drapeadas cruzadas por delante, fueron otras características Saab.
Su noción de la elegancia fue una vez más sobria y máxima, como requiere una clientela encabezada por las esposas de los dirigentes políticos y financieros de Oriente Medio y personalidades de visibilidad internacional como la reina Rania de Jordania.
También hoy sobre las pasarelas de París, Paul and Joe optaron por tomar del Oeste norteamericano y de la artesanía india tradicional algunos de sus más bellos accesorios, bolsos en particular, con flecos y colores vivos.
La australiana Colette Dinnigan, por su parte, mostró una colección apta para la alta costura, con vestidos enteramente bordados, pequeños estampados vaporosos y refinados calados de algodón negro.
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