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Jordi Sierra i Fabra recrea el miedo de los vencidos en cuatro días de enero

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Jordi Sierra i Fabra, el hijo del bastardo, como él mismo se denomina, vuelve a su Barcelona natal para recrear en "Cuatro días de enero" (Plaza y Janés) el miedo que sobrecogió a la ciudad durante los cuatros últimos días de la República antes de la ocupación franquista.

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La última novela del prolífico escritor catalán cuenta el interés de un inspector de policía por resolver su último caso, un asesinato, teniendo como telón de fondo los días que van desde el 23 al 26 de enero de 1939, cuando el Gobierno abandona la ciudad y la deja a su suerte, a merced de la llegada de las tropas de Franco.

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En el libro, Sierra i Fabra ha querido retratar el "miedo" que provocó la Guerra Civil y que -según confesó en una entrevista con Efe- acompañó a su padre durante toda su vida.

Su padre, que murió con 56 años por culpa del tabaco, era un hijo ilegítimo que vivió "con el corazón destrozado por el repudio de una familia que nunca le aceptó", y que "vivió y murió permanentemente con miedo". "Tengo un poema hecho a raíz de su muerte en que le pregunto 'quien puso en tu corazón tanto miedo que acabó por rompertelo".

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"Siempre me decía que no me significara políticamente y cuando me ficharon por escribir en una revista musical clandestina, me reprendía por haberme significado", señala Sierra i Fabra, quien afirma que su progenitor murió "sin hablarme de la guerra".

Aunque reconoce que le hubiera gustado contar en "Cuatro días de enero" la experiencia de su padre en la guerra civil, subraya que no lo ha podido hacer "porque nunca hablé con él de eso", aunque sí ha introducido datos reales contados por su madre sobre la entrada de las tropas franquistas en Barcelona y su amigo Francisco González Ledesma, a quien dedica el libro, sobre el saqueo de los comercios.

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El escritor, autor español en activo con más libros publicados (320) y 26 premios literarios, asegura que cada vez que consigue un premio es un pequeño homenaje a su padre y le dice "ahí va otro", y se muestra orgulloso de haber seguido con su afición a escribir, iniciada a los ocho años, a pesar de la oposición paterna.

Aunque bastantes miembros de la familia que repudió a su padre son periodistas, "el único que ha conseguido ser escritor es el hijo del bastardo", señala con ironía Sierra i Fabra, quien afirma que necesita escribir "como respirar, a pesar de que al principio nadie creía en mí y yo sólo quería ser feliz".

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En "Cuatro días de enero" también introduce recuerdos de su infancia, como la calle Córcega, en la que nació y dónde vivió sus primeros años, en el cruce entre el céntrico Paseo de Gracia y la Avenida Diagonal de Barcelona.

Su última novela fue gestada en Curaçáo, en las Antillas Holandesas, siguiendo la tradición de idear los guiones de sus novelas en islas perdidas, que inició "cuando era más pobre" en las baleares y que a medida en que fue creciendo económicamente se fue desplazando hasta islas del Caribe o las Maldivas, dónde se "aisla" entre enero y marzo para pensar sus siguientes obras.

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Aunque en este caso se trata de una novela policíaca, Sierra i Fabra no sólo no le hace ascos a ningún género sino que, como él afirma- necesita cambiar continuamente "para no aburrirme", y añade que "ideas no me faltan; del periódico de hoy te saco tres novelas".

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