Este artículo se publicó hace 15 años.
Jaque al cáncer, el campeón Seve se suma a la pelea
Sorprende agradablemente el excelente aspecto físico y mental de Severiano Ballesteros, de 52 años, de nuevo en Madrid ante la prensa y tras nueve meses del comienzo de su trascendental pelea contra un tumor cerebral.
La vida del mejor golfista español de todos los tiempos, campeón de cinco torneos de 'Grand Slam' (tres Open Británicos y dos Masters) y uno de los "Grandes" en la historia de este longevo deporte, pendió de un hilo muy fino. Finalmente, Seve también ha vencido a una de las más terribles enfermedades: el cáncer.
Jorge, de 20 años, y su madre acudieron de forma anónima a la convocatoria informativa, celebrada en un hotel madrileño. Ambos carecen de fama, al contrario que Seve y muchos de sus amigos reunidos hoy en torno a esta figura de leyenda, como Butragueño, Arconada, Robinson o Corbalán.
Jorge padeció, a la par que Seve, un cáncer germinal. Similar al que sufrió el ciclista Lance Armstrong. "Saber que Seve salió recuperado del hospital de La Paz me dio fuerzas para combatir mi mal", relata a EFE Jorge, condenado a seis meses de quimioterapia intensiva. Jorge volverá a jugar al fútbol, su pasión, después de su ingreso de urgencia en el Hospital de La Moncloa.
"Este es mi campeón", dijo emocionada ante la audiencia la madre de Jorge.
Por este caso, el de Jorge, y muchos más tumores malignos que atenazan vidas humanas, el ex golfista de Pedreña (Cantabria) ha creado la Fundación Severiano Ballesteros, cuyo objetivo principal será, entre otros, la colaboración en investigaciones contra el cáncer.
Severiano está realmente bien. Impecable, con chaqueta y corbata oscuras. Nadie diría que permaneció 72 días ingresado en el Hospital de La Paz y que fue intervenido en cuatro ocasiones, a vida o muerte.
Su aspecto es el de un hombre con una nueva vida. Lúcido, poco locuaz y obligado a leer sus reflexiones ante una audiencia entregada.
Poco antes de esa lectura, Seve sacó unas gafas pequeñas, con las patillas unidas por una cinta trasera. "Me las tenía que haber puesto antes, para no estar en dificultades como ahora", improvisó entonces Ballesteros.
La metáfora, a propósito de su presbicia, quedó redondeada poco después. "Creo que ahora soy mejor persona", admitió el gran Seve, el chico de familia muy modesta que pensaba en golf día y noche, que practicaba en la playa con un viejo hierro 3, que saltó a la fama y al poder del dinero con apenas 17 años y cuya caída, después de una larga carrera profesional, se produjo en picado.
"Soy un hombre afortunado. Siempre he tenido mucha suerte. La tienen los que luchan. Ahora tengo una segunda oportunidad. Pienso en los que estáis 'jodidos' como yo y mi deseo, ahora, es ayudar a los demás", dijo.
Severiano ya da bolas en la cancha de prácticas, y también ha jugado al golf. Recientemente perdió 6 euros frente a su hijo mayor, Javier, en una partida a 9 hoyos. No ha escatimado esfuerzos en su recuperación, con psicología congnitiva, psicoterapeutas, dieta, preparación física y medicación.
"Lo he seguido todo al pie de la letra. Incluso, a veces, me he pasado", comentó a propósito de las dos lumbalgias y los seis días que pasó en cama con fuertes dolores en la espalda e inyecciones, por pasarse de frenada con el ejercicio físico.
"Durante los 72 días que estuve ingresado me acordé mucho de Ortega Lara. ¿Cómo pudo pasar tanto tiempo recluido contra su voluntad en un zulo?", comentó.
Seve agradeció la labor de los doctores que le atendieron en el Hospital La Paz y que hoy le acompañaron en su comparecencia, Isla y Pérez Álvarez, "campeones del bisturí", apostilló; hizo una loa a la salud pública española y subrayó que su primer objetivo son sus tres hijos, Javier, Miguel y Carmen.
"Ellos son mi ilusión. Me dan mucha fuerza y ganas de seguir viviendo", apuntó.
Severiano Ballesteros se ocupará, a partir de ahora, de impartir conferencias, seguirá con el diseño de campos de golf y dará exhibiciones. "La vida sigue", reiteró Seve.
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