Los inmigrantes huyen de los ataques racistas en el sur de Italia
Se traslada a los jornaleros a centros de acogida lejos del pueblo de Rosarno
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"Todos salen derrotados", se lamentaba Luigi Ciotti, líder de la lucha civil contra la mafia. La revuelta de inmigrantes en Calabria se salda con un millar de jornaleros africanos deportados en centros lejanos; los habitantes de la localidad de Rosarno (15.000 habitantes) divididos entre los exaltados racistas y los atemorizados; casi 70 heridos africanos, italianos, agentes de seguridad y los cítricos sin recoger.
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Los ataques contra los inmigrantes que comenzaron el jueves causaron ayer en Rosarno otro herido por un disparo. Mientras, las autoridades comenzaron a trasladar a los jornaleros a centros de acogidos en otros lugares.
La única ganadora de los incidentes racistas podría ser la NDrangheta, la mafia de Calabria, que según las hipótesis estaría detrás de los primeros disparos contra los jornaleros la mecha de la revuelta y hasta habría animado la caza al negro desatada en Rosarno. Su objetivo: distraer la atención de los tribunales de Calabria, a los que el Gobierno ha prometido traer refuerzos después de que la NDrangheta hiciera explotar una bomba el 3 de enero para tratar de amedrentar al fiscal recién llegado.
Las autoridades italianas llegaron a un pacto para llevar la paz a Rosarno: trasladar a los mil temporeros africanos a centros de acogida en las ciudades de Crotone (a 170km) y la capital, Bari, en régimen abierto. "Ninguno será expulsado del país", explicó ayer uno de los mediadores, el sacerdote Pino Demasi, alma local de Cáritas y de la asociación antimafia Libera.
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Pero los africanos sin papeles no se lo acababan de creer. Así que sólo subieron a los autobuses aquellos con permiso de residencia o los que, en espera de saber si son aceptados como asilados políticos, tienen un permiso temporal. Los demás se jugaban su integridad física tratando de llegar a la estación de tren eludiendo el cerco de cientos de italianos que les vigilaban, armados con palos y piedras, más allá del cinturón de protección de las fuerzas de seguridad.
Mal parado quedó Moussa Dabrè, de 29 años y natural de Burkina Faso, que fue atacado ayer al mediodía con perdigones por dos personas que circulaban en moto. El nigeriano Geondin contó que el viernes había ido a buscar su paga cuando se le acercaron varios calabreses y lo molieron a palos, después de robarle su dinero. "Vi la muerte con mis ojos", dijo a los medios.
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Cientos de calabreses hacían guardia en torno a los dos establecimientos en que dormían los jornaleros al volver del campo, en condiciones infrahumanas. Además, varios exaltados rociaron con gasolina y quemaron una casa de ciudadanos de Ghana. Entre los detenidos hay familiares de mafiosos.
No todo eran palos, sin embargo. Ayer se vivieron manifestaciones de solidaridad en el propio Rosarno y en varias ciudades italianas.