Este artículo se publicó hace 16 años.
La inercia da la séptima corona al Lyon
El Lyon se proclamó hoy, por séptima temporada consecutiva, campeón de Francia, un título logrado casi por inercia y que no sirve para ocultar las miserias de un club en pleno proceso de descomposición.
Con una plantilla envejecida, un entrenador, Alain Perrin, que no ha cuajado, y un juego miserable y poco vistoso, el Lyon ha ganado gracias a que ningún otro rival creyó poder arrebatarle el título.
Sólo el Girondins de Burdeos del "presidente", Laurent Blanc, gracias a un vertiginoso sprint final, puso en jaque al caducado Lyon.
Pero a los girondinos, que comienzan a armar una máquina con opciones de victoria, les faltó fe y experiencia para acabar con la hegemonía monótona lionesa.
De no haber sido por eso y por la inercia triunfadora de los lioneses, la fiesta de campeones de Francia podría haber cambiado de escenario por primera vez en siete años.
Perrin se convierte en el cuarto entrenador que suma su nombre a la racha vencedora del Lyon, tras los de Jacques Santini, campeón en 2002, Paul Le Guen (2003, 2004 y 2005) y Gérard Houllier (2006 y 2007).
Pero el triunfo final no parece que vaya a evitar una tormenta de cambios que se puede llevar por delante al entrenador.
Su nombre ha sido frecuentemente cuestionado desde la presidencia y no cuenta con el favor de la grada.
Su sistema de juego, menos ofensivo y vistoso que en años anteriores, ha provocado más añoranza que entusiasmo y su mediocridad en la Liga de Campeones -fue eliminado en octavos por el Manchester United- acabó con la costumbre de ver al equipo, al menos, en cuartos de final.
Pese a su séptimo título consecutivo, el Lyon ha dejado la imagen de haber dado un paso atrás, con respecto a los otros campeonatos.
No ha demostrado ser el equipo ambicioso, intratable e incombustible que detestaba la derrota y derrochaba técnica y sudor para eludirla en cada campo.
Tampoco ha sacado del garaje la máquina engrasada que, cada mes de noviembre, asombraba por los estadios de Europa a clubes que creían poder batirle sólo gracias a su diferencial de palmarés.
Las estrellas que han marcado los últimos años, con el brasileño Juninho Pernambucano a la cabeza, han mostrado síntomas de fatiga y han bajado su rendimiento.
El club ha comenzado a pagar la factura de los muchos años en los que, tras conquistar el título de campeón de Francia, dejaba escapar a sus principales figuras, deseosas de engrosar plantillas más ambiciosas.
Essien, Diarra, Abidal o Malouda son algunos de los ejemplos de jugadores que han corrido tras los contratos millonarios de los grandes clubes del fútbol europeo.
Frente a esa diáspora, el Lyon se ha aferrado de nuevo a su increíble capacidad para producir jugadores de calidad.
La nueva generación, liderada indiscutiblemente por Karim Benzema, ha comenzado a tomar el poder. El delantero, que acabó la temporada como máximo goleador del campeonato, está llamado a ser la punta de lanza de un nuevo ciclo que se encontrará con el listón muy alto.
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