Este artículo se publicó hace 15 años.
Indonesia busca vida en las ruinas del terremoto
Voluntarios excavan en la isla de Sumatra con poco más que las manos
A la espera de la ayuda que poco a poco empieza a llegar, Indonesia busca, con poco más que las manos, supervivientes bajo los escombros que dejó atrás el terremoto.
Sin pensárselo dos veces, Hari se enfunda su casco de moto y entra a toda prisa en el edificio. La multitud de civiles apiñados en el otro lado de la calle lanza un grito de estupor, como si estuvieran presenciando en directo la proeza de un súperhéroe indonesio.
Pero aquí no hay lugar para la ficción. Corren rumores de que hay gente atrapada bajo las ruinas de esta oficina de la calle Bundo Kandung, en el centro de Padang, y Hari, como otros voluntarios, no duda en jugarse la vida para rescatar a posibles supervivientes. Miles de personas pueden estar sepultadas bajo los edificios derrumbados por el seísmo de 7,6 grados de magnitud en la escala Richter.
"Hay muchos muertos, pero aquí no hay equipos de rescate porque éstos centran sus esfuerzos en escuelas y edificios más altos, donde se supone que hay más víctimas", explica a Público una mujer en un inglés básico.
La ciudad más afectada por el terremoto que, según los datos de Naciones Unidas, ha causado al menos 1.100 víctimas, es un caos generalizado. Una situación que recuerda que Indonesia es todavía un país en desarrollo, con escasos recursos para acudir con urgencia a los miles de islas que componen el archipiélago.
Indonesia carece aún de los recursos para socorrer a los damnificados
Ayer, dos días después del temblor, la ciudad seguía sin suministro eléctrico y cientos de personas se arremolinaban en torno a los generadores para intentar recargar sus teléfonos móviles.
"Necesito tener batería para que mi familia sepa que estoy bien, que estoy viva", indicaba Guru, una mujer que se gana la vida conduciendo su propio taxi.
Ante la penuria que impera, la comunidad internacional ha comenzado a movilizarse. Australia, China, Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, Hungría, Suiza y España ya han enviado equipos de ayuda, informó ayer Efe.
La red ha sustituido al boca a boca en la búsqueda de supervivientes
Las primeras ayudasLo más necesario ahora en Padang son médicos, enfermeras y, sobre todo, expertos en localizar supervivientes entre las ruinas, como los que ayer partieron desde España hacia Indonesia, informó el Ministerio de Asuntos Exteriores.
Algunos de estos profesionales llegados del extranjero empezaron ayer a emerger en forma de sombras de color anaranjado entre los miles de civiles indonesios que deambulaban por las calles.
"Formamos parte de una brigada suiza. Hemos venido para ayudar en la organización: aquí hace falta de todo", explicaba Maria Schroeder, una bombera, mientras tranquilizaba a los perros rastreadores que forman parte de su equipo.
La localización de Padang una ciudad portuaria de un millón de habitantes enclavada entre una cordillera montañosa y el mar dificulta la llegada de la maquinaria que se precisa para que voluntarios y socorristas dejen de utilizar las manos y sus rudimentarios medios para retirar los escombros.
"Hace dos años que vivo en Padang, y es de los peores terremotos que he visto", aseguraba Dering, un policía militar, entre los alaridos de las sirenas de las ambulancias.
Al caer la noche, los generadores disponibles alimentaban el suministro eléctrico de los bomberos, mientras en las calles cientos de personas acampaban a la intemperie. Ni siquiera los militares ni las decenas de periodistas llegados a la ciudad tienen un techo asegurado. La mayoría de los hoteles han quedado muy dañados y han tenido que cerrar sus puertas.
Olor de muerteEn el hospital central Mohamed Jamil, el más importante de la ciudad, la suerte dicta sentencia. Allí acuden muchas personas para consultar la temible lista de fallecidos.
"Estoy buscando a mis allegados porque no sé si están vivos", relataba Anita Abbás, una abogada de 40 años que vive en Padang. "Mi casa ha quedado totalmente destruida. El Gobierno ha evaluado los daños pero, de momento, tengo que dormir en el jardín de unos amigos: no sé lo que voy a hacer", explicaba afligida.
En el recinto del centro sanitario, unos niños correteaban entre las ruinas del hospital, inconscientes de lo que sucede, hasta que uno de ellos empezó a vomitar. El olor que emana de los muertos en descomposición es demasiado fuerte.
Pese a que Internet está cortado en toda la ciudad, la red ha vuelto a demostrar que está sustituyendo al boca a boca en los anuncios en la búsqueda de supervivientes. El portal Twiter comenzaba ayer a registrar las primeras entradas en las que se anuncia la desaparición de familiares y allegados, y se informaba de los últimos acontecimientos en Padang.
La anciana Ibu, que ha perdido a su hijo, resumía la situación en esta ciudad de Indonesia sentenciando: "Dios ha decidido llevarse lo que él mismo dio".
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