Ian Gibson libera la condición gay de la poesía de Lorca
El hispanista demuestra en su nuevo libro, 'Lorca y el mundo gay', la importancia de la condición sexual del poeta en su vida y obra literaria
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Lorca tenía los enemigos cerca. Muy cerca. Fueron sus primos quienes le denunciaron, fue el marido de una prima lejana el autor material del asesinato, y fueron sus hermanos, Isabel y Francisco, quienes se empeñaron, como administradores de la memoria del poeta, en borrar todo rastro sobre la homosexualidad de Federico en su vida y en su obra literaria. Ni siquiera las grandes firmas encargadas de diseñar y contar la historia de nuestra literatura quisieron asumir la trascendencia de la condición sexual.
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Como apunta el hispanista Ian Gibson en el fogoso prólogo de su nuevo libro Lorca y el mundo gay (Planeta), Francisco Rico, Domingo Ynduráin y Gustavo Domínguez, editores de la prestigiosa colección Letras Hispánicas de Cátedra, permitieron no incluir ni una palabra sobre la homosexualidad del poeta y su relación con su poesía en las largas introducciones críticas a las obras Poeta en Nueva York y El Público, en ediciones de 1987.
Tres años antes, se hicieron públicos en el diario ABC los Sonetos de amor oscuro, en los que trabajaba Lorca antes de ser asesinado. Sin embargo, el aparato adverso a la condición homosexual se encargó de censurar las evidencias. El talante del amor indudablemente masculino al que iba dirigido el soneto desapareció de manera tajante del título.
Francisco García Lorca, el hermano, se expresó con claridad la condición para publicar los versos inéditos en este periódico: deberían ser editados bajo el título de Sonetos, Sonetos amorosos o Sonetos de amor, nunca con su título original Sonetos del amor oscuro.
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"Francisco García Lorca ya se había demostrado incapaz de afrontar o admitir la homosexualidad de su hermano", escribe Gibson sobre el tabú que trató de construir la familia en torno a la verdad del poeta.
Para Fernando Lázaro Carreter, quien escribió en la tercera del diario sobre lo publicado, lo oscuro de los sonetos tenía otro sentido. "Se refería esencialmente al ímpetu indomable, a los martirios ciegos del amor, a su poder para encender cuerpos y almas, y abrasarlos como hogueras que se queman".
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Como comenta Ian Gibson, "el académico casi venía a sugerir que la homosexualidad del poeta era ajena a su creatividad poética". Y eso a pesar de la claridad masculina de estos versos: "Tú nunca entenderás lo que te quiero / porque duermes en mí y estás dormido. / Yo te oculto llorando, perseguido / por una voz de penetrante acero".
Casi 25 años después de la publicación e interpretación de estos sonetos, resulta ridícula aquella visión moralista con que la España más pacata quería untar al poeta más reconocido de nuestras letras.
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Es más, el propio Vicente Aleixandre explicaba ciertamente alterado al también poeta andaluz José Luis Cano que "lo curioso es cómo en todos los artículos que acompañan a los sonetos se evita cuidadosamente la palabra homosexual, aunque se aluda a ello, pues nadie ignora que esos sonetos no están dedicados a una mujer. Se ve que todavía esa es una palabras tabú en España, en ciertos medios, como si el confesarlo fuese un descrédito para el poeta".
Sin embargo, los episodios de censura homófoba también sucedieron en publicaciones más cercanas a la sensibilidad política de Lorca. La incomodidad con la que aquella España negra vivía la homosexualidad del poeta hizo que la revista progresista El Mono Azul recortase en 1937 los magníficos versos de Luis Cernuda en Elegía a un poeta muerto.
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Después de las cinco estrofas iniciales, una línea de puntos suspensivos cercenaba el final del poema. Lo que entonces no pudieron leer los lectores de la publicación decía: "Aquí la primavera luce ahora. / Mira los radiantes mancebos / Que vivo tanto amaste /Efímeros pasar juntos al fulgor del mar. / Desnudos cuerpos bellos que se llevan / Tras de sí los deseos / Con su exquisita forma y sólo encierran / Amargo zumo, que no alberga su espíritu / Un destello de amor ni de alto pensamiento".
"Lo que España no podía aceptar es que el poeta español más grande de todos los tiempos fuese homosexual. Hubo homofobia en los dos bandos, porque era un problema nacional, no se podía aceptar que en España hubiese homosexuales", cuenta vehemente Gibson.
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Entre todos consiguieron que la homofobia fuese más importante que la homosexualidad en la obra de Federico García Lorca. Sólo a finales de los ochenta surge alguna voz crítica en España, que investiga y señala la importancia de la relación existente entre la obra del escritor y su silenciada condición sexual, movida por los estudios que habían empezado a publicar los especialistas extranjeros. "Toda su poesía gira en torno al amor frustrado. Sus personajes atormentados, que no pueden vivir la vida que quieren, son precisamente la metáfora de su desgracia. Por eso para la documentación de este libro he tenido que releer todos los poemas de su juventud, para descubrir un amor torturado y angustiado, gay. He aprendido muchísimo y con esto pongo punto final a mis investigaciones lorquianas", explica Gibson.
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El propio Federico se censuraba a sí mismo cuando corregía sus conferencias y asomaban esos "calores oscuros", por los que tan amenazado se sentía. En 1928 se publica el libro de Narciso Alonso Cortés La muerte del conde de Villamediana, en el que alude a un notorio asesinato ocurrido en 1622, en el que "el delicado gongorino marqués de Villamediana cae atravesado por las espadas del rey", relacionando el asesinato del conde "con su bisexualidad". En 1930, Lorca, revisa la frase, como apunta Gibson, y queda: "El delicado gongorino Marqués de Villamediana cae atravesado por las espadas de sus amores oscuros".
Los silencios cómplices de los críticos que se acercaban a analizar su vida y obra sin molestar con estos asuntos, por miedo a ver cerrados los accesos a los archivos del poeta, y la destrucción de documentos por parte de la familia que comprometieran la imagen de Lorca, tal y como explica Gibson, han conseguido que ese "caballo azul" que le enloquecía no viera la luz. De hecho, para el investigador, ningún estudio del Lorca homosexual puede dejar de tener en cuenta el complejo e importantísimo poema Tu infancia en Menton, publicado por primera vez en 1932. Gibson se pregunta ¿de quién es la infancia aludida en el poema?
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Todo indica que el amor rechazado que aparece señalado es Emilio Aladrén, "tan bello como un efebo griego en el recuerdo de su ex novia, la pintora Maruja Mallo". Al parecer, tal y como le confesó en su día José María García Carrillo a Gibson, el íntimo cómplice gay de Lorca en Granada, éste escribió decenas de cartas apasionadas a Aladrén desde Nueva York. Y recibió la respuesta de una postal de una montaña con el dibujo de un pene en erección emergiendo de uno de los picos de la misma. Según frase de Lorca, Andrén tenía un aspecto de "entre ruso y tahitiano". Es Rafael Martínez Nadal, confidente de Lorca, el que asegura que el poema refleja la atormentada relación de Lorca con el escultor, que finalmente le abandona para casarse con Mallo.
El artista joven
A Lorca le gustaba contestar que era del “corazón de la Vega de Granada” cuando se le preguntaba de dónde procedía. Nació en Fuente Vaqueros, en 1898, de donde se trasladó con su familia al pueblo de Asquerosa. Tuvo una larga infancia campestre. Lorca resultó inútil para el servicio militar, nadie le vio correr nunca y varios amigos suyos han recordado la angustia que experimentaba al tener que cruzar la calle temiendo ser arrollado por un coche debido a su falta de agilidad. Uno de los escritos más tempranos que se le conocen es de abril de 1916.
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Residencia en Madrid
Lorca para en una pensión barata de la calle de San Marcos y establece su base de operaciones en el Ateneo, donde no tarda en conocer a otros jóvenes escritores. En la ciudad, reside entre 1919 y 1929. En las cartas a su padre, le escribe febril: “Me parece que soy de aquí, todo lo encuentro natural. No me choca nada y, sobre todo, esta barahúnda le da a uno fuerza y valentía. Madrid es un sitio de estudio para el que quiere trabajar”.
Nueva York, Cuba
El inicio del viaje continental no arrancaba con buenas esperanzas: “Me siento deprimido y lleno de añoranzas. Tengo hambre de mi tierra y de tu saloncito de todos los días”, escribe Lorca a Carlos Morla durante la travesía. Como apunta Gibson, está deprimido por el rechazo de Emilio Aladrén.
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Aamor en tiempos de República
“He escrito un drama que daría algo por leértelo en compañía de Miguel. De tema francamente homosexual. Cero que es mi mejor poema”. En esta carta a Rafael Martínez Nadal, es la única vez en toda la documentación publicada hasta la fecha en que el poeta admite abiertamente su homosexualidad. Gibson se ceba con quienes insisten en rechazar las evidencias: “Ha hecho posible que hasta el más obtuso defensor de la ortodoxia sexual del poeta se vea hoy en la obligación de callarse o, cuando menos, cuestionar sus prejuicios anteriores. Lo cual es todo un alivio, después de tantas décadas de ofuscación y de intencionados silencios”.