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"El humor es un gran tubo de escape"

El humorista estrena este viernes la segunda temporada de su programa en La 1

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José Mota (Ciudad Real, 1965) confía en el poder "terapéutico" del humor, especialmente para quien lo practica, y lo valora como "un maravilloso tubo de escape para echar las mierdas de la vida". Este humorista, que formaba en su día el dúo Cruz y Raya junto a Juan Muñoz, vuelve a aplicar la misma filosofía en la segunda temporada del programa La Hora de José Mota, que hoy estrena en La 1 (22.15 horas).

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¿Cómo afronta esta nueva etapa del programa?

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Fundamentalmente preocupándome de que cada día que venga a trabajar sea feliz para mí, y de divertirme. No me compensa pasarlo mal pensando en los datos. Las audiencias me preocupan, pero no me obsesionan. Lo que me obsesiona es que el trabajo que presente rime conmigo.

¿Le sorprendió el éxito de la primera temporada?

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Siempre esperas menos, y más después de la ruptura con mi ex compañero. Tienes miedo y no sabes cómo va a aceptar la gente el proyecto en solitario. Pero soy cada vez más de escuchar el sentir mío. Ha habido demasiado tiempo mucho miedo en mi persona a la hora de afrontar proyectos y de contar cosas que me ha bloqueado muchísimo, y no quiero que eso forme parte de mí más. No quiero que el miedo acote lo que yo quiero contar. Estoy teniendo más libertad propia porque estoy perdiendo miedos y cuando he sentido que llego más al público y a los compañeros es cuando estoy siendo yo.

¿Dónde están sus límites a la hora de hacer humor?

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Donde medie sufrimiento de mucha gente. No me apetece hacerlo. En Televisión Española no ha venido nunca nadie a decirme que quitase algo. Lo que sí hemos tenido cuando trabajábamos Juan y yo es autocensura. Eso se sumaba a que no nos gustaba hacer humor aludiendo a cuestiones personales de los imitados. Yo puedo parodiar a alguien sobre el trabajo o la imagen pública que desempeñe, pero no me ha gustado cuestionar a nadie personalmente. No tengo derecho a hacer eso.

¿Por qué está tan presente el mundo rural en sus sketches?

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Para mí, detrás de la ruralidad se esconde una filosofía maravillosa denostada durante muchos años y desconocida para muchísima gente. En el minimalismo de vivir en un pueblo donde no hay tanto ruido, hay menos gente y todo el mundo se conoce, hay una retranca humorística, un cinismo y una ironía. Yo nací en Montiel, un pueblo que me ha barnizado de toda esa retranca que yo tanto admiro de la tierra. Cuando yo hago a El tío la vara reivindico todos esos valores de mi tierra que tan olvidados están. Creo que el paleto es el que renuncia de sus orígenes porque para mí es un acomplejado.

¿Cómo vive el humor usted?

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El humor forma parte de la vida de todos y es un maravilloso tubo de escape para echar mierdas de la vida cotidiana. Además, es terapéutico para quien lo escucha, pero fundamentalmente para quien lo hace.

¿En qué está cambiando el humor que se hace ahora mismo en televisión?

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Lo que están variando son las maneras de comunicarlo. En esencia, el humor con mayúsculas está hecho ya hace mucho tiempo, desde Mihura o Gila, y todos los grandes que hacían humor intemporal. La televisión de ahora exige inmediatez y, después del apagón analógico, habrá demasiado escaparate que llenar y poco tiempo, por lo que va a primar esa inmediatez y la idea sobre la forma. Esto va a dar mayor acceso a cualquiera que tenga buenas ideas para contar algo en la televisión.

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