Este artículo se publicó hace 15 años.
Hoy se estrena "La noche de la iguana", un torbellino sexual y emocional de total vigencia
Con el sugerente México como telón de fondo, el dramaturgo Tennessee Williams construyó hace casi 50 años un torbellino emocional y de tensión sexual que llamó "La noche de la iguana", un asunto de "tanta actualidad" que ahora Tomás Gayo lo recupera con Pilar Velázquez y Ana Marzoa dándole la réplica.
Gayo, que produce y protagoniza la obra, que se estrena hoy en Madrid, en el Teatro Reina Victoria, explica en una entrevista con Efe que compró los derechos de "La noche de la iguana" hace 5 años, que entonces a nadie le interesaba porque, decían, no había un actor que pudiera hacer del torturado reverendo y que tras adquirirlos él "ya se lanzaron todos" y quisieron recomprárselos.
En este tiempo, recuerda, se han montado ya en España varios textos del prestigioso dramaturgo norteamericano (1911-1983), como "Un tranvía llamado deseo" y "La gata sobre el tejado de zinc", pero "La noche" sólo se había representado en 1964 -tres años después de que Williams la escribiera-, protagonizada por María Luisa Ponte.
No se ha "atrevido" a hacerla antes, dice, porque la muerte de una persona muy cercana le dejó sin fuerzas, pero ahora, y tras una exitosa "Señorita de Trévelez", se ve capaz de afrontar un papel como el de T.Lawrence Shannon, un reverendo episcopaliano expulsado por "fornicador y sacrílego" que vive angustiado entre el deseo y la culpa.
Como responsable de un tour llega a pedir "refugio" al hotel de una antigua amiga -Velázquez- y allí conoce a la nieta "cuarentañera" -Marzoa- del poeta más viejo del país -Juan Antonio Quintana- mientras una jovencita le asedia.
"La noche de la iguana" -que en el cine interpretaron Richard Burton, Ava Gardner y Deborah Kerr- es la obra más autobiográfica de Williams y el deseo reprimido y los trastornos emocionales que caracterizan sus creaciones y personajes son aquí reflejo de los suyos propios, aunque, a diferencia del resto, está impregnada de humor negro y cierta esperanza.
Cada palabra es magnífica, dice Gayo, que encuentra este texto cada vez "más actual". "Es -resume- como si ahora personas que están solos en su casa chateando se encontraran en un hotel y tuvieran que aprender a relacionarse de nuevo".
En los cerca de ocho meses de funciones que llevan por toda España -se estrenó en septiembre en Melilla- el público se queda "impresionado" por la historia pero, "sobre todo, por la verdad de la interpretación".
Su vigencia, sostiene, es que "en esta vida todo el mundo quiere escapar de algo y un hotel es el mejor lugar para hacerlo" aunque otros aspectos, como el de la menor empeñada en seducir a Shannon, que en la película interpretaba Sue Lyon y aquí Sara Casanovas, suenen ahora más a pederastia que al tipo de relación que Williams quería caracterizar.
Ana Marzoa tenía más "temor" a la "memoria colectiva" de las comparaciones cuando hizo de Blanche en "Un tranvía llamado deseo". "Aquí me siento más libre", asegura la actriz, que cree que, en cualquier caso, "hay que hacer lo que uno cree que está bien".
Ni ella ni Pilar Velázquez han querido dejarse llevar por la fuerza visual de las películas y creen que la dirección de María Ruiz, "estupenda", es la que tiene que ser: "distinta porque es teatro", sostienen ambas.
Los tres están felices de que cada vez haya más afluencia de público pero lamentan la paulatina desaparición de teatros comerciales y que prácticamente todos sean municipales, con lo que las giras por España son cada vez más difíciles.
Las contrataciones de las obras, afirman Gayo y Marzoa, tienen más que ver con la burocracia y cuestiones políticas o "de favor" que con las artísticas aunque, reconocen, también es cierto que ante un asunto "escabroso" como el de "La noche de la iguana" los programadores se retraen.
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