Este artículo se publicó hace 17 años.
Gonzalo Suárez dice que "siempre he huido del éxito por ser un condicionante muy fuerte"
Gonzalo Suárez lleva toda su vida experimentando, no sólo en el cine sino en otros ámbitos de las artes, y contando con el apoyo de la industria; "no he arruinado a nadie", dice, pero al entender la vida como aventura" y movimiento" siempre ha huido del éxito por entender que es "un condicionante".
Tras seis años dedicado a otras de sus pasiones, como la literatura, el teatro, el libreto de ópera... vuelve al cine "ortodoxo" con "Oviedo Express", actualmente en cartel.
Entiende por "ortodoxo" un filme que "responde a los cánones de la industria", dice a Efe, con un reparto coral de lujo y un guión que toma como punto de partida el relato "Angustia", de Stefan Zweig; aunque, como es habitual, se permite todo tipo de libertades.
En "Oviedo Express" Suárez elabora una historia, que toma como trasfondo la puesta en escena de "La Regenta", para unir teatro y vida; en una trama que mezcla humor, drama, misterio, magia y anacronismos. Un ejercicio estilístico donde resuelve "ese problema insoslayable de mezclar géneros imposibles, como quien mezcla aceite y agua".
A la hora de elaborar ese cuadro tan personal y complejo como es su cine, Suárez confiesa partir de "un territorio desconocido". "Ahí está el juego -dice-. No hay estrategia. Está hecho pincelada a pincelada".
Este experimentador nato, libre, incapaz de ceder, y poseedor de un sello inimitable, confiesa que no existe una fórmula a seguir: "Sólo dejarse llevar por la intuición y la imaginación, pero controlándola".
Al leer a grandes rasgos la vida de este asturiano de 73 años, con la vitalidad de un joven, se comprende un poco más su forma de entender y el cine. Siempre fue un ser inquieto, que saltó de un oficio a otro, cada cual más dispar. Hasta pasar por ser actor, periodista deportivo, guionista y escritor de prestigio, antes de debutar como director de largometrajes a los 33 años, con "Ditirambo", en 1967.
"Siempre he roto con el éxito en cuanto comenzaba a ser incipiente. Hay algo que no me gusta de él y es su poder condicionante tan fuerte. A mí no me gusta afincarme en el éxito, porque entiendo la vida como una aventura donde cada día hay que seguir rotando, en movimiento...", explica.
Desde su debut en cine Suárez ha alternado su trayectoria fílmica con otras pasiones, como la literaria. Ha vivido éxitos tan fuertes como "Remando al viento", con seis Goyas, y donde descubrió a un desconocido Hugh Grant.
Además de lograr para Javier Bardem su primer premio importante, la Concha de Plata del Festival de San Sebastián, en 1992, por "El detective y la muerte".
Suárez fue quien abrió a Bardem las puertas de la actuación en mayúsculas, tras llevar años encasillado en el papel de "macho hispano".
"El rodaje fue tremendo -recuerda-. En Varsovia, de noche, a 20 grados bajo cero y con Javier, como siempre, obsesionado con cada matiz de su personaje. Yo le aconsejaba que se soltara, que se dejara llevar, pero en él es imposible. El trabajo fue duro pero soberbio. Y Bardem no tiene nada que envidiar al Brando de sus mejores tiempos".
Tras rodar diez películas llegó lo que Suárez llama "la quiebra", la obligación de someterse a filmes de encargo.
"Tuve un cólico nefrítico y empecé a preparar el regreso con 'Epílogo'". Volvió en 1984 y "ya no hubo marcha atrás", cuenta con orgullo este hombre feliz que entiende como "querencia" la confianza que en él deposita la industria, pues, dice, "me dan libertad total".
Una frase más repetida en el mundillo del cine es que si no existiese Gonzalo Suárez habría que inventarlo.
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