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Golpe de mano inminente contra el ala nacionalista del episcopado vasco

Roma aprovechará la jubilación de Uriarte como prelado donostiarra para imprimir otro rumbo al clero en Euskadi

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El pasado martes, la iglesia de San Vicente del casco viejo de San Sebastián acogió una eucaristía con motivo de la festividad de su patrón, presidida por Juan María Uriarte. El polémico obispo no hizo referencia alguna en su homilía a la situación vasca norma no escrita en este tipo de celebraciones, a las que asisten miembros de la corporación municipal y el Gobierno vasco, sino que se centró en denunciar la violencia en la franja de Gaza. Quienes acudieron a la misa, salieron con la misma sensación: Uriarte no era el mismo.

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Y es que el obispo de San Sebastián podría haber vivido esta semana su última festividad en el cargo, pues la Santa Sede nombrará próximamente a su sucesor, en una operación que, previsiblemente, afectará al resto de diócesis vascas. Se repetiría de este modo la estrategia seguida por el Vaticano en 1995, cuando se designó, prácticamente a la vez, a los obispos titular y auxiliar de Bilbao (Blázquez y Echenagusía) y al de Vitoria (Miguel Asurmendi).

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Juan María Uriarte cumplió 75 años fecha de jubilación episcopal el pasado junio. Quienes le conocen le ven en las últimas semanas "críptico y hermético". "No está contento, y se le nota", cuentan algunos de sus más estrechos colaboradores, que reconocen que Uriarte ha intentado, como hiciera en su día Setién, "pactar" su sucesión con la Secretaría de Estado. Aunque la situación es bien distinta a la de febrero de 2000, cuando Juan Pablo II concedió, tres años antes, la renuncia del obispo, designando en su lugar a Uriarte.

En esta ocasión, además, la sucesión de Uriarte acarreará el cambio que, desde hace algunos años, Roma busca en el episcopado vasco, con el objetivo de arrancar de la cúpula episcopal la "connivencia" con el nacionalismo, ahora que los vientos políticos parecen avalar un vuelco en el Gobierno de Vitoria. Se trataría de una operación "de profundidad", según apuntaron a Público desde Roma, que siempre ha mostrado una especial preocupación por lo que sucede en la Iglesia vasca.

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Así, la marcha de Uriarte podría venir unida a la del obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez, que desde hace meses aparece en todas las quinielas para algún arzobispado (Toledo y Oviedo están vacantes). En cuanto a Asurmendi, podría permanecer en Vitoria (le quedan pocos años de episcopado), o bien recalar en Bilbao, donde ya reside el que, con toda seguridad, será el "hombre fuerte" de Roma en la Iglesia vasca en los próximos años: Mario Iceta, obispo auxiliar desde hace un año.

Roma no quiere "quemar" a Iceta, y tampoco a otro obispo que está en todas las quinielas para San Sebastián, José Ignacio Munilla. Munilla, obispo de Palencia desde 2006 y contrario a las tesis nacionalistas, acabará en el País Vasco, aunque probablemente todavía no haya llegado su momento, pues su nombramiento acarrearía una fuerte contestación del clero donostiarra, que el Vaticano ya ha calibrado.

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Así las cosas, es más que previsible que el sucesor de Uriarte salga de la propia diócesis. Ya se han barajado varios nombres, pero tanto Roma como Uriarte mantienen un hermético silencio. En todo caso, el clero de San Sebastián es un hervidero en las últimas semanas, hasta el punto de que algunos sacerdotes se han dirigido directamente al obispo, quien ha mantenido su silencio.

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