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Una generación con miedo a madurar

Alberto San Juan protagoniza el drama La vergüenza

SARA BRITO

Dice que le da vergüenza casi todo, aunque muchos de sus papeles, desde aquel Pako de Airbag (1997) con el que debutó en el cine, rozan la insolencia. Pero entre los muchos pudores de Alberto San Juan (Madrid, 1968), hay uno por encima de los demás: 'La idea de ir cumpliendo años y no haber alcanzado la capacidad de hacerme cargo de mis asuntos', admite el actor en un descanso de la gira de Urtain con su compañía de teatro Animalario.

Precisamente, ese es el conflicto que David Planell guionista de Siete mesas de billar francés disecciona en su primer largometraje, La vergüenza, el drama íntimo de cepa teatral que inauguró el Festival de Málaga y que le puso el broche final al llevarse la Biznaga de Oro. Una cinta con picos narrativos de misterio y de terror emocional, que cautivaron a Álex de la Iglesia, presidente del jurado de Málaga.

Lo difícil es crecer

En La vergüenza, San Juan interpreta a la mitad de una pareja progre la otra es Natalia Mateo que, en una mañana, pasa por todas las fases de la desconfianza y el temor, al darse cuenta de que no pueden hacerse cargo del niño que han adoptado.

'Es un filme sobre la dificultad de hacerse adulto, entendiendo por adulto el que sabe cuidar de sí mismo y de otro. En la película se habla de una sociedad que está en pañales', afirma el actor, que tiene pendiente de estreno otro drama familiar de pequeño presupuesto, pero de 'gran profundidad': La isla interior, de Dunia Ayaso y Félix Sabroso.

Miedos e intimidades que San Juan no cree que sean exclusivas de las nuevas generaciones. 'Nuestra generación no está más infantilizada que la de nuestros padres. Lo nuestro es inmadurez acompañado de confort', opina. La dictadura, piensa, ataba en corto. De cualquier forma, eso son cosas que, como cree el ganador de un Goya a mejor actor en 2008, se entienden mejor llegados los cuarenta.

En medio de tal ejercicio de madurez, San Juan empieza los ensayos de Tito Andrónico, de Shakespeare, y aprovecha para centrarse en el teatro, 'mi verdadero oficio', frente al cine, 'mi trabajo ocasional'.

En cine, prefiere decantarse por los proyectos de autor. 'Hay una desesperación de las productoras por hacer taquilla y creo que es un factor de empobrecimiento'.

¿Y si volvemos con la mala imagen del cine español? 'Es algo de lo que se habla demasiado y que se toma muy a pecho'.

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