Hacer una película de la mafia, de la Camorra, desde el interior, sin juzgarla y para que cada espectador sacara sus propias conclusiones. Ese ha sido el objetivo del director italiano Matteo Garrone con "Gomorra", presentada con gran éxito en la competición oficial de Cannes.
En una entrevista con un pequeño grupo de periodistas, Garrone se muestra apabullado por las buenas críticas recibidas, tiene unas ojeras que llegan a media cara y sonríe todo el tiempo a los periodistas, aunque se distrae fácilmente con sus actores, que entran y salen de la sala.
"Tengo mucha curiosidad por ver las reacciones de la mafia" a la película, dijo Garrone, que resaltó que el filme, recién estrenado en Italia, ya lidera la taquilla.
"Gomorra" está basada en el libro del mismo título escrito por Roberto Saviano, que ha sido un éxito internacional y que ha obligado al autor a vivir bajo protección oficial desde su publicación en 2006.
Cuenta cinco historias de personajes muy diversos, todos ellos relacionados con la mafia, y de cómo cada uno trata de buscarse la vida de una forma, aunque siempre marcados por la Camorra.
Y lo hace de una forma muy directa y real, cercana al documental, con actores que en algunos casos han pasado por la cárcel, y con nada del glamour al que nos tienen acostumbradas los filmes sobre el tema.
"Nos parecía interesante que los modelos, las personas en las que se fijan los miembros de los clanes mafiosos, son muy modernos y van vestidos a la última moda, mientras que ellos no. El cine, de alguna manera, les influye y no al revés".
Al respecto, puso como ejemplo el caso de un capo mafioso que se hizo construir una villa idéntica a la de Tony Montana (Al Pacino) en "Scarface" (1983).
Para poner en marcha la película, que va en "una dirección diferente a la el libro", Garrone visitó muchos sitios, se entrevistó con gente del mundo de la mafia y fue continuamente reescribiendo el guión en función de esas informaciones o datos que iba recopilando.
"Algunas escenas se escribieron en el momento" y otras salieron de detalles contados al director, como la idea de la primera escena de la película, en la que hay un asesinato en un centro de bronceados con rayos uva.
"Hablé con un jefe de la mafia que era joven, muy atento a la moda y que iba todos los días a un centro a tomar rayos uva", recordó Garrone, que explicó que la escena le surgió como una "reinterpretación en clave moderna de las escenas de gángsters en el cine clásico que se desarrollaban en barberías".
Toda esa labor de preparación le llevó a querer restituir en la pantalla "el impacto emotivo que tuve estando dentro" y, a la vez, "hacerme invisible como director".
Y contar "a través de personajes una temática que podría ser universal" porque, como explicó el director, "es una historia no sólo de Nápoles sino una metáfora de lo que pasa en todo el mundo".
En la película se repite una característica del cine de Garrone: no hay buenos y malos divididos por una línea. Narra los actos de unos personajes y de las consecuencias que acarrean porque le gusta "la zona gris entre el bien y el mal que se confunde continuamente".
En cuanto al parecido o diferencias con el libro, señaló que nunca quiso hacer la misma denuncia de la obra, en la que Saviano da nombres y detalles de todo, como de la casa de alta costura que está relacionada con la mafia a través de sus talleres, en los que consigue precios más bajos para la elaboración de sus vestidos.
El largometraje muestra una imagen en una televisión de la actriz Scarlett Johansson llevando un vestido que había sido cosido en un taller controlado por la mafia y cuyo responsable es el protagonista de una de las historias del filme.
Pero aunque la versión de la gran pantalla es diferente, Garrone quiso llevar la historia que cuenta el libro al cine desde el momento en que lo leyó. "Me parecía que contaba este fenómeno desde dentro como nadie lo había hecho antes", explicó.
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