Este artículo se publicó hace 16 años.
Galván crea un espejo del mundo de la droga a partir del diario de un yonqui
A partir del diario de un yonqui del que se incautó la policía en una chabola, el escritor y periodista Francisco Galván ha fabricado en su último novela un espejo del atroz mundo de la droga, que refleja el perfil más humano de los toxicómanos.
"Sangre de Caballo" (Algaida) se desarrolla en "el patio trasero de nuestra casa", un lugar que nadie quiere ver pero al que acuden a diario miles de personas en ciudades como Madrid en busca de droga, ha explicado a EFE su autor.
La novela está protagonizada por Andrés Amador García, el Legi de Parla, un ex legionario toxicómano aficionado al cante de Camarón, que sobrevive en el poblado madrileño de las Barranquillas junto a su novia -Remedios, una prostituta drogadicta-, esclavizados por los traficantes a cambio de las dosis de droga que necesitan.
El Legi de Parla está inspirado en un personaje real, otro "machaca" conocido por el mismo alias, del que la policía encontró hace unos años un diario "muy rudimentario" en el que había escrito algunas reflexiones.
El insólito hallazgo dio origen a esta novela, en la que su autor quiso poner de manifiesto que "en un inframundo tan sórdido e inhumano como el de la droga puede haber también sentimientos nobles".
Esos sentimientos asoman en las páginas del diario del Legi que Galván ha recreado en la novela y que ha intercalado con los capítulos de una trama que reconstruye en sus detalles más escabrosos un mundo cruel y violento habitado por traficantes y toxicómanos, con un estilo próximo a la crónica periodística.
En esta realidad "paralela y marginal" se producen las muertes a tiros de El Negro, jefe de los Gaditanos -una de las familias gitanas que controlan el negocio de la droga en el poblado chabolista-, y de su joven primo, a manos del clan rival de los Ramones.
El autor considera que "Sangre de caballo" es una novela negra "atípica", ya que la tensión narrativa no se centra en un crimen del que el lector conoce todos los detalles desde el primer momento, sino en la influencia que esas muertes tendrán en la vida de los protagonistas y en cómo se resolverá el enfrentamiento entre los clanes gitanos.
Galván dota a sus protagonistas de un pasado que demuestra que un día fueron "personas normales", les acompaña en su descenso a los infiernos de la droga y les deja soñar con su salvación.
"Los drogadictos son personas, aunque la gente no se para a pensarlo normalmente", sostiene el escritor.
La novela tiene una amplia galería de personajes de la que forman parte un italiano amigo de la juventud del Legi y su socio búlgaro -miembros ambos de una organización dedicada al robo de coches de lujo-, los integrantes de las familias gitanas de las Barranquillas y los policías encargados de resolver las muertes.
Todos ellos pueblan un paisaje desolado en el que el autor se sirve de la relación entre el Legi y Remedios para demostrar que "las flores crecen entre los escombros y los vertederos".
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