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El G20 resta relevancia a la división por los planes austeridad

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Las economías más ricas del mundo, cargadas de enormes deudas después de solucionar la crisis de crédito mediante gasto, disimulaban el viernes sus diferencias sobre cómo limpiar sus finanzas con daños mínimos al crecimiento.

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Líderes del Grupo de los Ocho, un club que incluye a los grandes países industrializados y Rusia, se reunió en Canadá antes de un cumbre más amplia con China y otras crecientes potencias económicas del G20, el foro que actualmente domina la política económica mundial.

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Washington pareció tener diferencias con Berlín en la previa a las cumbres de Canadá. Responsables estadounidenses expresaron su preocupación de que la reciente recuperación de la crisis financiera pudiese verse dañada al acelerar la aplicación de medidas de austeridad en Europa Occidental.

La canciller alemana, Angela Merkel, dijo, sin embargo, que las negociaciones del G8 no habían producido ningún conflicto sobre política económica.

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"La discusión no fue controvertida, sino que se basó en un entendimiento mutuo", dijo Merkel a periodistas.

Un responsable estadounidense declaró, "Hay un amplio consenso entre los líderes del G8, una convergencia de visiones (...) sobre cómo mantener un crecimiento duradero a la vez que se reafirman, desde luego, los compromisos compartidos de avanzar en la consolidación fiscal".

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Según declaraciones off-the-record de responsables europeos, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, dijo a sus homólogos que estaba preocupado de que recortes muy rápidos y profundos en Europa puedan afectar al crecimiento, pero no puso en duda la necesidad de las reducciones de presupuesto en sí.

El Grupo de los 20 ha luchado por mantener la unidad del último año, cuando los gobiernos inyectaron billones de dólares a la economía para evitar que la recesión se convirtiera en una depresión y prometieron impedir que otra crisis de crédito ponga en peligro a la economía mundial.

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Obama, animado por un acuerdo en el Congreso de Estados Unidos en las primeras horas del viernes que quiere endurecer las normas de Wall Street, instó a otros líderes del G20 a cumplir sus promesas de detener los comportamientos arriesgados de los bancos que llevaron a la crisis en 2007.

"Necesitamos actuar coordinados por una simple razón: esta crisis ha demostrado y los acontecimientos continúan afirmando que nuestras economías nacionales están inseparablemente relacionadas", dijo Obama, pidiendo a otros líderes que igualen los avances de Estados Unidos ante la reforma financiera.

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CRECIENTE PESO DE DEUDA

Cargados por la creciente deuda, los líderes del G8 dijeron el viernes que entregarían 5.000 millones de dólares durante cinco años a las madres y sus recién nacidos en Africa, evitando las grandes promesas de ayuda a los más pobres del mundo después de que no pudieron cumplir los ofrecimientos previos.

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Mientras las economías ricas se recuperan lentamente, ayudadas por el fuerte crecimiento y la demanda de Asia, los desacuerdos sobre los próximos pasos en la respuesta a la crisis han incomodado a los inversores que temen que un fraccionamiento de la política pueda socavar la recuperación.

El ministro de finanzas canadiense, Jim Flaherty, dijo que era cautelosamente optimista respecto a que los países del G20 pudieran alcanzar un acuerdo sobre las metas de reducción de sus déficits de presupuesto, mientras que el ministro de finanzas surcoreano, Yoon Jeung-hyun, destacó las preocupaciones de que la recuperación sea demasiado frágil.

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"Nadie sabe de seguro cómo se verá la economía mundial después de la crisis. En mi opinión entraremos a una fase de desempleo y lento crecimiento económico", dijo Yoon.

Obama, preocupado de que la recuperación sea débil, se enfrenta al alto desempleo en Estados Unidos y la posible derrota de su Partido Demócrata en las elecciones legislativas de noviembre, y se ha mostrado reacio a adoptar más recortes al gasto para reducir el déficit.

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La deuda agregada de los países ricos dentro del G20 llegaría al 107,7 por ciento del PIB este año, casi tres veces el 37 por ciento de deuda previsto para las economías de los mercados emergentes del G20, según el Fondo Monetario Internacional.

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