Este artículo se publicó hace 14 años.
La Fundación Suñol recorre a través de 40 pinturas la obra de Pijuan
Más de cuarenta obras del artista Joan Hernández Pijuan, algunas de ellas inéditas, se exhiben desde hoy en la Fundación Suñol de Barcelona, en una exposición retrospectiva que revisa su itinerario pictórico desde los años 60 hasta 2005, cuando murió el pintor.
Los comisarios de la exposición, Elvira Maluquer, viuda del artista, y su hijo Joan Hernández, han señalado que en este recorrido el visitante podrá descubrir "la tensión, la densidad y la intensidad aplicadas como base de creación en el itinerario pictórico de Hernández Pijuan y, concretamente, como referente de su personal proceso de observar la naturaleza".
En el inicio de la exposición se presentan las obras correspondientes al período de los sesenta, en las que destacan objetos como reglas, cartabones, copas, tijeras, manzanas o huevos.
Esta suerte de bodegones ya contienen algunos elementos e iconos que dejarán rastros en su recorrido artístico posterior.
Se trata de objetos dispuestos sobre la tela con una fuerte intencionalidad, alejada de la composición convencional, delimitando el encaje del objeto en el espacio vacío, en una meditada dimensión metafísica.
Aunque ese momento puede inscribirse como una etapa conceptual, Joan Hernández Pijuan es también "un pintor objetual", ya que en su aproximación a la pintura, prima en todo momento un aspecto más corpóreo, más físico.
Esta aprehensión de la materia en su pintura será el vehículo de comunicación, como nos demostrará en su compenetración con la densidad total de la naturaleza, que será la única protagonista cuando los objetos vayan desapareciendo.
Ejemplos de esta representación "abstracta" de la naturaleza son cuadros como "Paisaje con horizontal" (1978) o "Paisaje en Folquer" (1983). En ese proceso de simplificación, al final sólo queda la superficie, la dimensión del espacio.
Lejos de la utilización de la naturaleza como fondo o complemento, a través de la ausencia de personajes y/o de objetos, Hernández Pijuan dirige al espectador a una conclusión: la naturaleza se mueve por sí sola, no depende del ser humano y, por tanto, nosotros sólo evolucionamos sobre ella.
A decir de los comisarios, la obra de Hernández Pijuan forma parte de un "continuum" que entiende la naturaleza como "un contenedor, un clasificador, cuya medición no es estable y cuya catalogación inabarcable, constata que el libro de la naturaleza no tiene fin".
El director de la Fundación Suñol, Sergi Aguilar, también comisario de la muestra, ha asegurado que el artista "seguramente no tenía un guión previo de cuál sería su trayecto, pero pronto definió el mundo en el que se movía y se iría desarrollando"
El título de la exposición, "La medida del tiempo, el transcurso de la pintura" alude, según Maluquer, a un concepto muy presente en la obra del artista, "el tema de la memoria".
"Cuando tenía que visitar por primera vez un lugar se angustiaba", ha dicho Elvira Maluquer, pero "cuando acababa esa primera visita ya estaba ansioso por volver, porque ya sabía lo que le interesaba y lo que no, ya lo había incorporado a su memoria".
En la exposición, que estará abierta al público hasta el 29 de mayo, el color se revela como una cuestión central en la obra de Hernández Pijuan.
En un principio, el color escogido era el verde en todas sus gamas, que paulatinamente dio paso a ocres, marrones, blancos y negros, unos negros que, según Aguilar, "culminan todo el proceso del color".
Esos mismos negros que aparecen en gran parte del cuadro "Dos huevos sobre espacio rojo" (1968), como si el negro, al igual que la naturaleza hace con el ser humano, también contuviera el rojo.
Jose Oliva
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.