Este artículo se publicó hace 16 años.
Entre el frío y las vacas castellanas
40 chicos que llegaron en cayuco residen ahora en un internado en un pueblo de 300 vecinos
Estoy perdido en un mar de problemas!”, exclama el padre Juan Trujillano, el responsable del colegio-internado de Armenteros (Salamanca) cuando se le pregunta por la gestión del centro. No es para menos: en el internado estudian 700 alumnos procedentes de una treintena de países.
Hay muchos españoles procedentes de familias con problemas socioeconómicos y 40 chicos que llegaron en cayuco a las Islas Canarias y después fueron trasladados al frío salmantino. El internado que gestiona el padre Juan es una de las pocas instituciones de la Península que acepta y acoge el traslado de estos chavales, a los que se les conoce como los cayucos. Los últimos llegaron hace un año de Mauritania,
Senegal, Gambia, Ghana o Mali y ya asisten a clase con el resto de los alumnos del internado. Se llaman Fode, Thirane o Moddy.
El padre Juan asegura que todavía tiene sitio para más, pero denuncia las “trabas” que constantemente le pone la Administración para conseguir que estos chicos, cuando cumplan los 18 años, tengan listos los papeles de la obtención de la residencia. Él, de momento, se las apaña con su herencia –“soy un cura de familia rica”, se describe– y con la subvención que recibe de la Junta de Comunidades de Castilla y León.
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