La Fiscalía acusa a cuatro guardias civiles de torturar a los presuntos autores del atentado de la T-4
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La Fiscalía de Guipúzcoa acusa de torturas a 4 de los 15 guardias civiles procesados por maltratar a los presuntos autores del atentado de la T-4 de Barajas, Igor Portu y Martín Sarasola, quienes consideran responsables de torturas a todos estos agentes, que participaron en su detención y traslado.
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En su escrito de acusación provisional, al que hoy ha tenido acceso Efe, el Ministerio Público, que también imputa una falta de lesiones a otros seis agentes, destaca que los policías actuaron "conmocionados" por el asesinato de los guardias José Fernando Centeno y Fernando Trapero perpetrado por ETA en Capbreton (Francia) tan sólo unas semanas antes de la captura de Portu y Sarasola.
Por ello, el fiscal pide tres años para dos de los guardias (un sargento y un cabo), dos años para otros dos (un cabo y un guardia), y diez días de localización permanente para los seis restantes (dos tenientes, tres cabos y un guardia), además de diversas compensaciones económicas, e inhabilitación en algunos de los casos.
La Fiscalía no aprecia indicios de delito en los otros cinco procesados, por lo que no ha formulado acusación contra ellos.
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Por el contrario, la acusación particular, que ejercen los dos presuntos etarras, imputa a los quince guardias un delito de tortura en su modalidad agravada entre otros delitos y faltas, por los que solicita penas que van de los 6 a los 17 años de reclusión, además de otras penas e indemnizaciones.
La detención de los supuestos terroristas tuvo lugar el 6 de enero de 2008, un año después de su presunta participación en el atentado con bomba que destrozó el aparcamiento de la terminal T-4 del aeropuerto madrileño de Barajas y rompió el alto el fuego que ETA mantenía desde el 24 de marzo anterior, además de costar la vida a los ecuatorianos Diego Armando Estacio y Carlos Alonso Palate.
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Según el escrito de la Fiscalía, los hechos por los que se encuentran imputados los diez guardias ocurrieron sobre las 10:15 horas, cuando los presuntos etarras fueron sorprendidos en Arrasate (Guipúzcoa) en posesión de dos revólveres y 50 cartuchos, tras lo que fueron arrestados y esposados.
El texto explica que Igor Portu fue introducido en un automóvil oficial y presuntamente fue "golpeado" por uno o por los dos agentes que le custodiaban, quienes también le habrían amenazado de muerte, además de recriminarle por sus supuestos vínculos con ETA.
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El documento precisa que en el vehículo policial se detuvo en un lugar no determinado, donde Portu fue obligado a descender a "puñetazos y patadas".
En este punto los guardias, con intención de "castigar" a Portu por su supuesta pertenencia a ETA, le habrían obligado a "colocarse de rodillas y, humillándole" le tiraron del pelo, según la Fiscalía.
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Posteriormente, sigue el texto del fiscal, lo volvieron a introducir en el coche, "entre patadas y puñetazos", y le pusieron un pasamontañas, le obligaron a situar la cabeza entre las piernas, y le golpearon de nuevo, hasta llegar al cuartel de Intxaurrondo.
A continuación, el supuesto etarra fue conducido en automóvil por tres nuevos agentes a su domicilio en Lesaka (Navarra), que fue registrado. Seguidamente, fue llevado, en medio de golpes, a la clínica forense y luego ingresó en la UCI del Hospital Donostia, donde permaneció tres días "debido a la gravedad de sus lesiones".
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Entre ellas, destacan un traumatismo torácico con fracturas en dos costillas, un neumotórax, un "neumomediastino importante" un "enfisema subcutáneo" y una pequeña contusión pulmonar que pusieron su vida en "una situación de riesgo", señala el fiscal.
Por su parte, Mattin Sarasola padeció una situación similar a la de su compañero durante su traslado al mismo lugar indeterminado, donde supuestamente fue arrojado "cuesta abajo por una ladera" y otros dos de los acusados le habrían colocado "una pistola en la sien", aclara el escrito de acusación.
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El documento señala que estos guardias también habrían amenazado a Sarasola con arrojarle al Bidasoa, al tiempo que le decían que se acordase de lo que le había ocurrido a Mikel Zabalza, quien apareció ahogado en este río.
Luego, el presunto etarra fue trasladado a Madrid en un vehículo por otros tres agentes, quienes le habrían propinado "puñetazos y tortazos", además de amenazarle de muerte.
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La acusación particular implica en los hechos a otros cinco guardias más y extiende los malos tratos a dependencias de la Guardia Civil y a la UCI del hospital donde, según su versión, otros agentes habrían amenazado a Portu.