La feminista que plantó cara al México de los caciques
El viernes se estrena Arráncame la vida, basada en el libro de Ángeles Mastretta
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La relación entre cine y literatura no suele acabar en final feliz. Arráncame la vida, la historia de una mujer que lucha contra la opresión de su esposo en el México podrido por las cacicadas en los años treinta, es una honrosa excepción. Dirigida por Roberto Sneider y basada en la novela homónima de Ángeles Mastretta, la película, que se estrena el viernes, partió con un presupuesto de 4 millones de euros y ha batido récords de taquilla en su país, donde ha conquistado a 2,6 millones de espectadores.
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Mastretta (Puebla, México, 1949) arrasó en 1985 en las listas de ventas con una historia cargada de pasión y tenacidad en la época postrevolucionaria mexicana. La protagonista era, además, una mujer que se debate entre el poder, el adulterio, el sacrificio y la venganza.
Un ejercicio de literatura aguerrida, de mujeres que ya no eran víctimas y plantaban cara. La mujer es Catalina Guzmán (Ana Claudia Talancón) que sobrevive en Puebla al general Asencio (Daniel Giménez Cacho), su vía para salir de la pobreza y adentrarse en una vida de lujo y caprichos. Él es mujeriego, machista y arrogante, pero también seductor y protector. En definitiva, un hombre sin escrúpulos, arribista político y corrupto que sostiene una relación marcada por la infidelidad.
Sneider (productor de Frida y director de Dos crímenes) cumple las exigencias del melodrama de época. Huye de la radiografía política y apuesta por el triángulo amoroso. "La novela vendió tres millones de ejemplares, así que adaptarla era una responsabilidad. Los mexicanos quieren esta novela, la sienten muy propia. Me acerqué al texto con precisión de cirujano, colaborando con Mastretta", relata Sneider. El presupuesto, explica, no le ha intimidado: "Ya había trabajado en EEUU como ayudante de producción. El reto era hacer una película que llegara al público", relata Sneider.
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Catalina es el epicentro de Arráncame la vida. Como en la novela, pasa del amor sumiso a una progresiva desvinculación de su papel de subordinada conyugal. La conquista de su identidad en un mundo machista llega cuando entra en el Palacio de Bellas Artes y conoce al director de la orquesta, Carlos Vives, un joven idealista, ambicioso y moral que la trata como igual. "Ella luchó con todas sus fuerzas, pero no tenía opción a otro destino, sólo quería escapar de él", explica Mastretta. Sneider vio en la novela una historia vigente aún hoy en día: "La diferencia es que Mastretta la ubica en otra época, lo que hace más fácil hablar del tema".
La película no podía librarse del ineludible juicio sobre la adaptación. "He tratado de respetar el espíritu de la novela. He pasado años intentando adaptar la historia y ha sido necesario reducirla, renunciar a las tramas paralelas y centrarse en la educación sentimental de Catalina , en cómo se involucra con Ascencio".
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La compleja historia que relata la novela era demasiado ambiciosa para una película, así que el director hizo ejercicio de síntesis: "Me hubiese gustado tener más tiempo. Se me ha quedado corta. Tiene menos aristas que la novela y algunos temas están solo sugeridos, como el trasfondo político de la cinta", concluye el director mexicano.