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De la existencia de Dios

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Parece que se ha descubierto la ya famosa partícula de Higgs, sobre la cual casi nadie sabe nada -incluyendo el que esto escribe- pero acerca de la cual ya se han comenzado a emitir opiniones que le adjudican el papel que antes se reservaba a Dios. Como explica Alberto Sicilia en su excelente resumen –por cierto mucho más modesto en sus conclusiones que muchos comentarios de aficionados– el nombre de "la partícula de Dios" viene de la deformación de un apelativo anterior que la llamaba "la partícula puñetera", denominación quizás más ajustada a su naturaleza problemática.

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En cualquier caso, y cualquiera sea la importancia del bosón de Higgs, su descubrimiento poco tiene que ver con cuestiones filosóficas o teológicas. Es verdad que los científicos actuales son más modestos que sus colegas de principios del siglo XX, cuando se esperaba que los avances científicos acabaran de una vez con esas viejas preguntas acerca del origen del mundo. Pero no faltan científicos, y muchos que ni siquiera lo son, que no abandonan la esperanza de que se puedan contestar en los laboratorios esas cuestiones que han inquietado al ser humano desde sus orígenes, como la creación del universo y la inmortalidad del alma. Sin advertir que a las ciencias se les exige apoyarse en datos, partir de una observación empírica desde la cual se desarrollan sus hipótesis y teorías. Pero que de poco sirve la ciencia cuando lo que está en cuestión es la existencia misma de ese dato: el bosón de Higgs puede explicar muchas cosas, pero no puede explicar su misma existencia. Leibniz formuló en su tiempo una pregunta que hoy conserva toda su vigencia: "¿por qué existe el ser y no más bien la nada?". Para responder a esta pregunta, la ciencia debería salir del universo, observarlo desde fuera como un todo y decidir acerca de la razón por la cual existe. Esta empresa exigiría que el científico se convirtiera en ese Dios al que quiere sustituir.

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Quienes somos agnósticos renunciamos a responder la pregunta de Leibniz. Me parece tan irracional la pretensión de demostrar científica o filosóficamente la existencia de Dios como la de probar su inexistencia. El ateísmo es absolutamente respetable como creencia basada en una actitud vital, pero insostenible como afirmación científicamente demostrable. Creo que lo máximo a que puede llegar nuestra limitada razón humana es a un ilustrado agnosticismo, compatible, eso sí, con creencias y apuestas intelectuales de todo tipo.

La única razón que me parece respetable para negar la existencia de un Dios creador tal como lo conciben la mayoría de las religiones consiste en la existencia del mal. No parece que un Dios personal, omnipotente y bondadoso, pueda haber creado un mundo compatible con el sufrimiento de los inocentes. En particular, como decía Camus, con el sufrimiento de los niños, hecho que él concebía como un muro infranqueable ante el cual se estrella cualquier intento de explicación, como la expiación de la culpa o la compensación futura. Si acaso, podría pensarse en la existencia de un dios impersonal, más parecido a la fuerza de gravedad que a un padre bondadoso, una especie de razón inmanente al mundo que impregnara la materia "como la miel al panal", según una feliz expresión de los viejos griegos. Esta racionalidad que postulan las doctrinas panteístas estaría lejos de parecerse a una razón consciente de sí misma, con la cual fuera posible establecer un diálogo personal y mucho menos una relación de amor. Se trataría de una razón muy parecida a la nuestra, que busca su camino en medio de ensayos y tentativas fracasadas, pero que es capaz también de conseguir sorprendentes resultados como lo demuestra el mundo en el que vivimos. En cualquier caso, el panteísmo es un sistema de creencias y no una teoría científica, seguramente más cercano a la estética que a la lógica.

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Poco favor se le hace a la ciencia al otorgarle la responsabilidad de responder a todas las preguntas que se viene formulando la humanidad desde sus orígenes. Basta con pedirle que contribuya a aclarar el funcionamiento de este universo con el que nos hemos encontrado y sea capaz de encontrar algunas fórmulas que nos ayuden a vivir mejor. Las preguntas que ella no puede responder creo que nos seguirán acompañando mientras exista el ser humano.

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