Por Amy Norton
Los padres que usan losazotes como una forma de castigo son más propensos que otros aabusar físicamente de sus hijos, demostró un nuevo estudio.
En especial, los padres que azotaban a sus hijos confrecuencia o de manera agresiva (con un objeto en lugar de lamano) eran más propensos a decir que usaban también formas másviolentas de castigo, como lanzar objetos contra los hijos,patearlos o golpearlos.
Los resultados, publicados en American Journal ofPreventive Medicine, no prueban que los azotes causan castigosmás agresivos.
Con todo, estudios anteriores hallaron que los casos deabuso físico ocurren tras "la escalada de los azotes", dijo aReuters Health el doctor Adam J. Zolotor, autor principal delnuevo estudio.
Los resultados demuestran que a medida que aumenta lafrecuencia y la "intensidad" de los azotes, también crece elriesgo de abuso físico, explicó Zolotor, profesor asistente demedicina familiar en University of North Carolina, en ChapelHill.
El 45 por ciento de las 1.435 madres entrevistadas dijo queella o su esposo habían azotado a sus hijos en el último año.Esas madres eran casi tres veces más propensas que el resto amencionar castigos más violentos, como golpes, patadas,quemaduras o el uso de objetos contra sus hijos.
Las madres que dijeron que usaban un cinturón u otro objetopara azotar a sus hijos eran nueve veces más propensas atolerar un castigo más abusivo.
La Academia Estadounidense de Pediatría recomienda que lospadres no azoten a sus hijos para resolver los problemas deconducta e insiste en no golpear a los hijos con objetos niusar cualquier otro tipo de castigo físico.
El nuevo estudio respalda esa recomendación, señaló elequipo.
Zolotor recomendó que los padres generen "herramientasdistintas" para manejar la conducta de sus hijos. Por ejemplo,citó, la técnica de "tiempo fuera" (time-out) o el refuerzopositivo (recompensar la buena conducta).
Confiar en la utilidad de un único método de disciplina noserá efectivo, dijo Zolotor, porque "todo se desgasta" a medidaque los niños se acostumbran.
El autor recomendó que los padres sean coherentes con susexpectativas y reacciones y que dejen pasar en sus hijos los"problemas" menores propios del crecimiento. Un berrinche en unniño de 2 años no es una inconducta, sino algo normal, concluyóel autor.
FUENTE: American Journal of Preventive Medicine, 17 deseptiembre del 2008
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