Este artículo se publicó hace 15 años.
Una estrategia para cada cliente
La hipoteca se ajusta al sueldo, más plazo para que las pymes paguen, la deuda de las tarjetas se perdona y compras a buen precio a promotores
Para no tener que apuntar a miles de hogares como morosos, las entidades financieras están reduciendo de forma temporal las cuotas que les cobran cada mes por sus créditos.
La primera oleada de morosidad que asumieron los bancos y cajas españoles fue la de las promotoras. Ahora están luchando contra la segunda: la de los hogares, que tiene su origen en el fuerte incremento del paro. Este tipo de impagos es más difícil de controlar y de negociar porque podrían llegar a ser millones de pequeñas deudas. La fórmula a la que están recurriendo todas las entidades para evitar que resurja esta bolsa de morosidad de tamaño gigante es la reducción de las cuotas mensuales. Antes de que llegue el tercer mes impagado -cuando hay que reconocer un crédito como moroso y empezar a dotar provisiones-, la entidad se reúne con el cliente y analiza las posibilidades de reducirle la cuota para que pueda seguir pagando.
Otras estrategias que ofrecen son ampliar los plazos del crédito
Lo habitual es aplicar un tipo de interés fijo durante dos o tres años y rebajarle la cuota hasta los niveles que el hipotecado pueda pagar. Pasado ese periodo, se recalcula cuánto le queda por pagar (la hipoteca acaba saliendo más cara) y las cuotas mensuales vuelven a niveles similares a los iniciales. No es una fórmula de nuevo cuño pero llevaba prácticamente sin aplicarse desde la crisis de los años noventa.
Es su forma de afrontar el aumento del paro, que ha dejado a muchos hogares sin posibilidad de pagar la totalidad de sus deudas, pero que las entidades financieras creen que podrán volver a sufragar cuando pase la crisis. Cualquier cosa antes de quedarse con más viviendas. Ya tienen demasiadas, suponen grandes gastos y les cuesta darles salida sin asumir elevadas pérdidas.
Otras estrategias que ofrecen son ampliar los plazos del crédito, aunque pocas posibilidades hay para los que lo contrataron en los últimos años, y también reducir los tipos mínimos (suelos) que tienen establecidos en las hipotecas. Así reducen los intereses y abaratan las cuotas, aunque muchas veces no es suficiente.
Más plazo para las pymesMientras pasa la crisis, muchas empresas negocian carencias en sus créditos. La mayoría de las pequeñas y medianas empresas consiguieron superar la primera fase de la crisis, pero ahora son las que tienen más problemas, principalmente por la caída del consumo interno. Bancos y cajas creen que es una situación coyuntural para muchas de ellas e intentan darles soluciones que permitan a la empresa salir adelante y a la entidad no tener que reconocer más créditos morosos.
La fórmula que están utilizando en la mayoría de los casos es darles una carencia de dos años
La fórmula que están utilizando en la mayoría de los casos es darles una carencia de dos años. Es un periodo en el que la pyme sólo paga los intereses del crédito. Se reducen así sus obligaciones mensuales y se amplían sus posibilidades de no tener que cerrar. Es la única manera que encuentran de darles oxígeno porque no hay mucho margen para bajarles los tipos de interés, explican fuentes de un banco.
Con esta salida, ambas partes resultan beneficiadas en un principio, pero a la larga la pyme resulta perjudicada ya que tiene que afrontar un coste superior por su crédito. Esos dos años de carencia son dos años más pagando intereses, lo que, dependiendo del importe del préstamo, puede suponer una cantidad añadida elevada.
Deuda de las tarjetasLas entidades condonan con cierta asiduidad una parte de lo impagado. Uno de los sectores que más está sufriendo la morosidad es el de las tarjetas. Los créditos pequeños y las deudas del dinero de plástico son los primeros que se dejan de pagar cuando empiezan las dificultades.
“No es una oferta masiva y no se puede hacer con todos los clientes”
Las compañías emisoras de tarjetas están reduciendo el crédito que permiten acumular a cada cliente, pero aun así tienen que afrontar muchas situaciones de impago. Como no tienen ninguna garantía que ejecutar cuando no les pagan, lo primero que hacen es negociar con el cliente la reducción de los intereses y la ampliación del plazo para ajustar la deuda a lo que puede pagar.
Pero en la mayoría de las ocasiones, confiesa un directivo de una gran emisora de tarjetas, lo que hacen es perdonarle parte de la deuda. “No es una oferta masiva y no se puede hacer con todos los clientes”, asegura y justifica que lo hacen porque lo que interesa es mantener la relación con el usuario. Lo hacen con quien saben que ahora no paga únicamente porque ha perdido su empleo, pero volverá a ser buen pagador –como lo era antaño– cuando sus circunstancias vuelvan a la normalidad y tenga de nuevo una nómina razonable.
Buen precio a promotoresLa banca paga algunos inmuebles por encima del valor de tasación. La primera conclusión a la que llegaron las entidades financieras españolas cuando empezó la crisis inmobiliaria es que, si querían evitar que les llevara por delante, tenían que dar todo el oxígeno que pudieran a las promotoras y constructoras. Su convencimiento fue tal que durante todo 2008 refinanciaron créditos a muchas empresas que sabían que no eran viables y caerían doce meses más tarde. Era la forma de conseguir que se derrumbaran de forma escalonada y no todas de una vez.
De forma paralela, empezaron a hacerles quitas en los préstamos y a comprarles activos inmobiliarios para que pudieran cancelar sus deudas. Con esta última estrategia han invertido unos 30.000 millones de euros. Aunque esta opción es ahora menos frecuente que el año pasado, en muchas de las operaciones que todavía se hacen, las entidades pagan a los promotores precios superiores a los del valor de tasación. Así se intenta que la “maquinaria empiece a rodar” y sus problemas no se trasladen al resto de sus créditos, aseguran en el sector financiero.
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