Este artículo se publicó hace 13 años.
"En España hay sensación de impunidad"
La lucha contra la corrupción no ha evitado que siga siendo un veneno sin antídoto. ¿Lo hay? Manuel Villoria cree que normas claras y órganos independientes que aseguren su cumplimiento ayudarían a atajarla
Figura de referencia en el campo de la investigación académica sobre el fenómeno de la corrupción, Manuel Villoria (Madrid, 1957) contó hace meses una sabrosa anécdota. En un viaje a Suecia, preguntó al alcalde de un pueblo cercano a Estocolmo si nunca tuvo la tentación de corromperse.
El regidor respondió que no. Villoria insistió: por honestidad, ¿verdad? El munícipe le sacó de dudas y replicó más o menos como lo resume ahora el catedrático de la Rey Juan Carlos y director del Departamento de Gobierno, Administración y Políticas Públicas del Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset: "No, no me corrompería por el horror de que me pillaran, porque quedaría como un apestado en mi pueblo".
En España, donde la corrupción aparece como problema en los diez primeros puestos del Barómetro del CIS y donde, según Transparencia Internacional, el 2% de los ciudadanos aseguraba en 2009 haber pagado algún soborno pero el concepto es difuso,muy pocos investigados por corrupción dimiten: la sociedad censura la corrupción pero muchos "piensan que harían lo mismo que el político", razona Villoria con senequismo amargo.
"Es cierto que Roldán fue a la cárcel, pero muchos nunca irán"
Aquí concluye el autor de sucesivos informes sobre la materia, "hay un problema importante de impunidad, una percepción social de que hay esa impunidad". "Es cierto agrega que se percibe más la corrupción porque se investigan más casos y lo es que Roldán fue a la cárcel, pero hay muchos que ni han ido ni nunca irán, sobre todo si tienen el apoyo del aparato institucional". Segundo problema: las sentencias llegan tan tarde "que nadie se acuerda ya del caso y no hay, por tanto, ejemplaridad".
La transparencia, enemiga de lo turbio y cuya ley vuelve a demorarse, es relevante para atacar la corrupción, conviene Villora. Pero, a su juicio, lo esencial radica en una fórmula doble: "Normas claras que se cumplan [en urbanismo, contratación, etcétera] y órganos independientes que aseguren su cumplimiento". Ni lo uno ni lo otro existe, entiende el catedrático. Construido en la Transición con el afán de "favorecer la gobernabilidad, el sistema confiere a quien gobierna "un inmenso poder", se lamenta. ¿Controla el poder político la judicatura? "Lo controla todo", responde con gesto resignado. El sistema, con listas cerradas y líderes que personifican el partido, "está viciado en origen".
"Una casta" que se defiendeEl profesor enumera algunos ejemplos de instituciones formalmente independientes y sujetas en la práctica al pacto político: el Constitucional, el Tribunal de Cuentas y los Tribunales Superiores autonómicos (TSJ), a cuyos miembros "casi los ponen los aforados autonómicos". O sea, que cuando toca investigar a uno de esos aforados ocurren cosas como lo de Francisco Camps, cuyo caso archivó en falso el TSJ valenciano.
¿Y qué pasa cuando el presidente del Consejo Consultivo valenciano, al que ahora pertenece Camps, declara que el expresident es inocente, y lo proclama un mes antes de que arranque su juicio por soborno en el llamado caso de los trajes? Pues pasa, sostiene Villoria, "que transmite el mensaje de casta, una casta en la que políticos, altos cargos, todo ese mundo, se defienden entre ellos".
A tenor de lo investigado, el regalo de trajes es sólo la punta del iceberg del caso Gürtel, la mayor trama de corrupción desarticulada en los últimos lustros. Troceado en varios sumarios, el caso sigue hoy, pese a todo, en cabeza de la flotilla corrupta, seguido de cerca por la miríada de escándalos destapados en Balears, también relacionados con el PP y en el que ahora aparece investigado el yerno del rey, Iñaki Urdagarin. ¿Corre riesgo un juez si investiga más de la cuenta? Villoria entiende que más que el de la represión o la persecución "La hay con Garzón, pero cometió errores", el peligro que se alza ante los jueces valientes es, en todo caso, el de no prosperar. "Si quieren llegar al Supremo tienen que pasar por el Poder Judicial y ahí los esperan los partidos", señala.
"La izquierda es más exigente ante la corrupción en este momento histórico"
Pero si la Gürtel es la bicha que el PP no quiere ni mentar, al PSOE le ha salido un talón de Aquiles con los ERE fraudulentos en Andalucía, cuya dimensión crece por semanas.
¿Por qué hay más casos señeros de corrupción en torno al PP? Villoria responde así: "Porque sus relaciones con el mundo empresarial son más fluidas y eso genera mayor riesgo". ¿Y es cierto que la izquierda penaliza electoralmente más la corrupción que la derecha? "No está claro, pero sí parece que la izquierda es más exigente ante la corrupción en este momento histórico". Villoria cree, no obstante, que el PSOE también muestra "condescendencia".
Y ejemplifica con un asunto espinoso y muy verde judicialmente, el que afecta a José Blanco: "Faltan muchos datos pero quizá debería haber dimitido como hizo Mandelson [ministro británico con Blair], que renunció dos veces y volvió a la política cuando quedó exonerado, aunque dimitir como diputado es más complicado", sugiere Villoria.
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