España aparcó la brillantez con la que deslumbró en su debut de la Copa Confederaciones y sacó adelante con esfuerzo el duelo ante Irak (1-0), que selló la presencia del equipo de Vicente del Bosque para semifinales y abierta la puja por la segundo puesto, al que aún aspira su rival de hoy y Sudáfrica, que despachó a Nueva Zelanda (2-0).

Un testarazo de David Villa terminó con la resistencia iraquí. Descaradamente atrincherada. Empleada en salir del trance con el menor daño posible. El menor número de tantos en su cuenta para mantener la creencia en sus opciones.

El triunfo ante Irak, la decimocuarta consecutiva y el trigésimo cuarto partido invicto, sólo a uno de la mejor trayectoria que detenta Brasil, fue laborioso. España cayó en el ritmo impuesto por el equipo del serbio Bora Milutinovic, que salió exultante por el 'daño mínimo' al que le sometió "una de las mejores selecciones del mundo".

Con el pasaporte a semifinales amarrado y pendiente sólo de conocer el nombre del rival en la orilla del título, el conjunto de Vicente del Bosque se ha convertido en juez de la carrera por el otro lugar que da el pase.

Mucho tendrán que ver en ello los goles. Los marcados y los encajados en la carrera entre Sudáfrica e Irak.

El conjunto anfitrión será con el que España complete la segunda fase. Sudáfrica ganó a Nueva Zelanda y le salen los cálculos para seguir viva en el torneo.

Tras el empate en el partido de apertura, el equipo del brasileño Joel Santana contó con la inspiración del atacante del Estrella Roja Bernard Parker, para doblegar a un adversario que aún no ha sacado un solo punto en sus tres participaciones en la Copa Confederaciones.

Sudáfrica, revitalizada por la condición de anfitrión y liderada por Parker, alimentó su devenir competitivo, que pasa por obtener un marcador positivo, al menos honroso, contra España.

Más feliz advierte el futuro iraquí, que cierra la primera fase contra Nueva Zelanda, el primer equipo condenado en el torneo.