Este artículo se publicó hace 13 años.
Como unas elecciones belgas
El día más aburrido de la historia también hubo unas elecciones igualitas a las de mañana
Antonio Baños
Hace casi un año un grupo de investigadores de Cambridge,hizo público un importantísimo descubrimiento. Después de introducir 300 millones de datos en una nueva computadora llamada True Knowledge (Conocimiento Verdadero) llegaron a la conclusión de que el día más aburrido del siglo XX había sido el 11 de abril de 1954. Aquel día no pasó nada relevante en el mundo a excepción del nacimiento de Abdullah Atalar, rector de la universidad privada de Bilkent, en Turquía. Y como no podía ser de otra manera, en el día más aburrido de la historia también tuvieron lugar unas elecciones generales, igualitas a las de mañana, aunque en este caso en Bélgica, que es aquel país que vivió felizmente un año entero sin Gobierno. Este domingo, en Cambridge, alguien introducirá en la True Knowledge los datos de la jornada electoral española, no sé si como los más aburridos, pero sí como los más previsibles y agridulces de lo que llevamos de democracia.
Previsible que Zapatero se retire a León y con él toda una cultura política. La socialdemocracia de la abundancia, basada en la encuesta y en el gesto. En la sustitución de las ideas por las tendencias y la justicia por la equiparación. Un socialismo de cuando los trabajadores veraneaban en Cancún, cuando los sindicalistas mayoritarios comían mariscadas y cuando el empresariado jugaba al lego con billetes de 500 mientras africanos, asiáticos y americanos nos fregaban y alicataban el territorio. ZP se va y quedará de él la misma memoria que tenemos del charlestón: un tiempo raro y alegre donde para bailar había que mover las piernas de manera ridícula.
Es previsible que Zapatero se retire a León y con él toda una cultura política
Tan previsible es el fin de ese mundo como la llegada de uno nuevo a medio embastar. Destacaba ayer Javier Vizcaíno en estas páginas un titular de La Razón: "Rajoy ya redacta con su equipo económico las medidas para los 30 primeros días". Vizcaíno se preocupaba por la palabra "ya" que, con toda razón, muestra una gigantesca imprevisión de convicciones. Del titular sin embargo, lo que me asusta es lo de "Las medidas para los 30 primeros días". Así de breve será el margen de previsión y maniobra en estos tiempos donde estados centenarios viven a merced de las cotizaciones diarias.
Como la NavidadEs aburrido saber tan bien y con tanta certeza lo que nos espera. El Gobierno de Rajoy es, para muchos, como la Navidad. Algo inevitable, marcado a fuego en el calendario, lleno de falsa alegría, de familiaridad puñalera. Un periodo de rebajas generalizadas, de optimismo de hipermercado. Un tiempo donde los villancicos no dejan de sonar hasta la locura repitiendo mil veces la descripción del pensamiento único: "A Belén va una burra, rin, rin" con instrucciones precisas: "Yo me recortaba y me recorté". Remiendos, falsa austeridad, probidad pública y decencia política de los mismos que inventaron el turboladrillo.
Resulta aburrido saber tan bien y con tanta certeza lo que nos espera
Es la España de los 130.000 amarres en puertos deportivos, la de las más de 60.000 leyes vigentes. La España que mantenía presos en 2010 a sólo 89 personas por delito fiscal. La que ha visto cómo en tres años se escapaban del país 14.000 millones de euros en billetes. Una España con La noria en crisis y la economía convertida en espectáculo, que se topa con Mariano como el Dante con Virgilio: de camino al infierno. Llega el Churchill del puro y el Marca quien ya supo iluminar al país con su doctrina visionaria: "Sí a los chiringuitos"dijo Rajoy en Málaga en mayo. "Nos gustan los chiringuitos, forman parte de nuestro ser y mientras este partido exista habrá chiringuitos". Mientras exista el PP y esté en el Gobierno, el chiringuito no sólo prevalecerá sino que devendrá la gran aportación española a la arquitectura de la miseria. El chiringuito bancario, el chiringuito empresarial y el de los contratos precarios. Parlamentos chiringuiteros que miran a Berlín. Y Rajoy, con sus mil palabras de inglés, del G-8 al Ecofin. Como Georgie Dann, del chiringuito a la barbacoa. El día más aburrido de la democracia amanecerá el lunes y recen ustedes para que no se convierta, como el día de la marmota, no sólo en aburrido sino en eterno.
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