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EEUU se aferra a un principio de acuerdo sobre el tope de la deuda

Demócratas y republicanos filtran un acuerdo que aún debe ser ratificado por el Parlamento. Obama accede a recortar en tres billones el gasto social sin subir ningún impuesto

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Demócratas y republicanos habrían llegado aparentemente a un acuerdo tentativo para subir el techo de la deuda estadounidense y reducir el déficit.

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Sin embargo, los detalles siguen siendo muy esquemáticos y renegociables, pero el compromiso incluía: subir el tope de la deuda, que el pasado mayo alcanzó su máximo legal de 14,3 billones de dólares, en 2,8 billones hasta finales de 2012; aprobar una serie de recortes por un monto equivalente, unos tres billones, para la próxima década, que se aprobarían en dos tandas, un billón ahora y dos billones luego, que una comisión especial se dedicaría a detallar. En principio no estaba incluida ninguna subida de impuestos.

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El primer billón se ahorraría simplemente recortando gastos rutinarios. La comisión bipartidista presentaría sus conclusiones sobre cómo recortar los otros dos billones el próximo noviembre y ahí estarían incluidos los programas sociales.

Una vez más, el diablo está en los detalles, y los dos partidos siguen negociando a marchas forzadas. Los republicanos querían incluir una cláusula para obligar al Gobierno a presentar presupuestos equilibrados, una de las grandes exigencias del Tea Party. Los demócratas, a cambio de elevar el techo de la deuda hasta después de las elecciones presidenciales de 2012, habrían accedido a votar la ampliación en tres tandas. Pero no se vería repetido el debate de estas semanas porque el Congreso necesitaría una mayoría de dos tercios para rechazar la petición del Gobierno.

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Los demócratas han hecho en esta ocasión más concesiones con el principio de acuerdo. La Casa Blanca quería un gran compromiso que incluyera recortes por cuatro billones de dólares, una reforma del sistema fiscal y un aumento de los impuestos, especialmente a los más adinerados. No lo ha conseguido.

Barack Obama, al proponer enormes recortes, especialmente en los programas sociales, en las pensiones y en las coberturas médicas de los mayores (Medicare) y los más desfavorecidos (Medicaid), ha enfurecido a buena parte de su base y alterado considerablemente su programa de grandes gastos públicos destinados a salir de la recesión.

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