La economía se asoma de nuevo al abismo ante la falta de acción política
Los mercados cierran un nuevo viernes negro por los rumores de una inminente quiebra de Grecia y la falta de liquidez. El G-7 ofrece una imagen de disensión y la renuncia del economista jefe del BCE debilita al organismo
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Un fin de semana como este, hace tres años, el mundo aguantó la respiración ante lo que parecía el colapso definitivo de los mercados, que se solventó con la quiebra del banco de inversión Lehman Brothers. Ayer, la historia se repitió con una alarma generalizada en la esfera económica ante lo que parece otro inminente colapso del sistema. "La crisis de liquidez es peor que la de 2008", asegura Santiago Carbó, jefe del servicio de estudios de BMN. Los bancos han vuelto a dejar de prestarse dinero y sobreviven de las líneas de liquidez del BCE; el mercado ha pulverizado en apenas un mes casi cuatro billones de euros en capitalización bursátil. Y la sensación de que los países y las instituciones financieras están en pie de guerra entre ellos ha terminado por amplificar la inquietud de los inversores.
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Varios elementos se unieron para desencadenar la enésima tormenta bursátil (ver información en página 24) y elevar a nivel máximo la preocupación por una nueva debacle financiera. Así, los rumores que llevaban coleando toda la semana sobre una posible quiebra de Grecia o su salida del euro este mismo domingo se intensificaron, casi con la misma celeridad con la que portavoces oficiales del país heleno intentaban desmentir estas informaciones.
Alemania podría estar diseñando un plan de rescate para sus bancos
La verosimilitud de esta quiebra creció cuando la prestigiosa agencia de noticias económicas Bloomberg aseguró que fuentes internas del Gobierno alemán reconocían estar cerrando un plan para salvar a la banca germana que está ampliamente expuesta a la deuda griega. El supuesto contempla una quita del 50% en los bonos griegos en poder de la banca alemana.
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La reacción ante esta posibilidad fue brutal en los mercados con enormes caídas en el valor de las entidades de crédito, especialmente en el gigante francés Société Generale (un 10,6% menos) y en los bancos alemanes. Las principales plazas europeas cerraron con pérdidas superiores al 4% y Wall Street también secundó las bajadas.
Los seguros de impago griegos (conocidos por sus siglas en inglés, CDS) tocaron un nuevo récord señalando que hay un 91% de probabilidades de que Atenas entre en impago. El bono a diez años del país cotiza a un impracticable tipo de interés del 75%. Ayer acabó el programa de canje de deuda griega previsto por el plan de rescate europeo, en el que los inversores han canjeado sus bonos por otros con una caducidad más tardía.
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Los mercados casi no tienen dudas de que Grecia quebrará en breve
Con este panorama, el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, advirtió a Grecia de que si no cumple al pie de la letra el plan de reducción del déficit, no le pasarán el siguiente tramo de la ayuda y el país "tendrá que buscar solo, sin ayuda de la zona del euro, financiación en los mercados". La situación es tan grave que el Fondo Monetario Internacional podría hacer una reunión de urgencia esta misma semana. Hoy, además, el primer ministro griego, Yorgos Papandreu, realiza su intervención anual sobre el estado de la economía, en la que podría hacer algún tipo de anuncio.
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El tiro de gracia se lo dio el ministro de Finanzas canadiense, Jim Flaherty, que durante el encuentro con sus homólogos del G-7 en Marsella reconoció que Grecia corría un serio peligro de acabar fuera del euro.
Esta fue la única declaración potente que salió de un encuentro clave para encarrilar la situación económica. Los siete ministros de Finanzas de las mayores economías mundiales se sentaron a debatir anticipando que no habría un comunicado, aunque finalmente sí lo hubo, para no trasladar por escrito, de alguna forma, su falta de acuerdo. Aunque muchas voces exigen una acción concertada, y se especuló también ayer con que se llegara a anunciar, la desunión de los líderes económicos mundiales es tal que sólo se acordó que cada uno pusiera el acento en las medidas que creyera más adecuadas para su país.
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La sensación de desunión alcanzó su cota máxima con el anuncio de la dimisión de Jürgen Stark
En este sentido, el comisario de Asuntos Económicos de la UE, Olli Rehn, aplaudió la iniciativa del plan de empleo presentado por Barack Obama, pero luego puntualizó: "En Europa tenemos nuestros propios desafíos, que están particularmente ligados a la consolidación presupuestaria". Para Rehn no hay duda de que "en Europa estamos confrontados a una crisis muy grave de la deuda soberana" y no, por ejemplo, a una crisis de modelo social y productivo, ligada a la globalización ultraliberal, informa Andrés Pérez. Por su parte, EEUU está presionando para que los europeos adopten medidas de reactivación económica.
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En cualquier caso, el G-7 ha fallado como foro económico, una misión de la que le había relevado el G-20, que funcionó como gobierno económico mundial durante los dos primeros años de crisis. El club de los 20 países tiene programada una reunión el próximo 2 de noviembre en Niza.
La sensación de desunión alcanzó su cota máxima con el anuncio de la dimisión de Jürgen Stark en el Banco Central Europeo. Stark era conocido por su postura ortodoxa contraria a ayudas especiales para los países periféricos. También era partidario de una política monetaria restrictivia y su principal caballo de batalla era finalizar el programa de compra de bonos de los países periféricos que el BCE relanzó el mes pasado.
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Su marcha se produce en el momento en que es más necesaria la coordinación y la contundencia en las acciones del BCE. Con todo, la esquizofrenia de los mercados se mostró en que el jueves los inversores estaban insatisfechos porque desde el BCE no se lanzó un mensaje sobre una posible bajada de tipos, pero cuando por fin se va el principal precursor de la dureza monetaria también cunde el pánico.