Este artículo se publicó hace 16 años.
Duelo de titanes (entre un gigante y tres enanos)
La nueva política de ayudas de TVE al cine español pone en guardia a los productores independientes. Tres de ellos abren el debate
La semana pasada TVE anunció su nueva política de ayudas al cine español. Más de uno se puso a temblar. Si en 2007 invirtió en 55 largometrajes, este año la cifra se reducirá a 37. El dinero invertida en la compra de derechos de emisión seguirá siendo el mismo: el 5% de sus ingresos brutos, según obliga la Ley del Cine. El director del Área de Cine de TVE, Gustavo Ferrada, explicaba que el objetivo era rentabilizar mejor sus inversiones, sin alterar el equilibrio entre rendimiento comercial y servicio público. Ferrada asegura que se pueden compaginar ambos modelos.
No obstante, los productores independientes consultados por Público discrepan sobre el alcance de la medida. Tomás Cimadevilla, director general de producción del Grupo Vértice 360, que incluye a productoras como Notro Films o Telespan, se muestra comprensivo con la posición de TVE. No veo mal que financien menos títulos si los respaldan con mayor promoción, afirma Cimadevilla, que recuerda que TVE debe dedicar la mitad de su inversión a productos arriesgados, algo que casa con lo dicho por Ferrada.
Por su parte, el productor Antonio Chavarrías, de Oberón Cinematográfica, afirma que aún siendo necesaria una reducción, se produce mucho, debería hacerse de un modo menos drástico. En lo que parecen estar de acuerdo tanto Chavarrías como José María Morales, fundador de Wanda Visión, es que la cuestión es saber cuáles serán los criterios de selección.
Diversidad en peligro
Según Chavarrías, el peligro es que cuando se habla de recuperar la inversión, no es raro que el criterio que acabe primando sea el de los programadores. Si sólo se buscan películas que conecten con el espectador televisivo, si todo se reduce a Almodóvar, Amenábar y películas de factura televisiva, entonces, la diversidad del cine español puede resentirse.
En opinión de Luis Miñarro, de la productora Eddie Saeta, especializada en el cine de autor más arriesgado, está claro que la medida no perjudica a los que hacen productos más caros, con actores conocidos, aquellos que compiten con el cine que producen las privadas El laberinto del fauno, Alatriste, sino al cine de audiencias minoritarias.
Uno de los motivos alegados por TVE para justificar esta reducción es que su stock de películas españolas sin estrenar es inmenso. Se produce demasiado, dicen. No obstante, Antonio Chavarrías cree que la culpa no es únicamente de los productores: Además de Versión Española y las películas del prime time, TVE debería crear un nuevo programa no condicionado por la audiencia para emitir cine de autor o coproducciones con América Latina. Pero no cualquier programa. Si emitir cine de autor en prime time es un suicidio comercial, hacerlo a lo loco, sin promoción y horario fijo, tampoco es la solución, afirma Chavarrías.
En eso coincide con Cimadevilla. Si pasas las películas sin más, tendrán poca audiencia. Eso no beneficia a la cadena y fomenta el mensaje de que el cine español no interesa. Pero, ¿existen espectadores para este tipo de cine? Sí, afirma Chavarrías, pero hay que cuidarlos. Además, alguien debe hacerse cargo del desamparo de ciertos espectadores. TVE debería programar las películas que sólo se estrenan en Barcelona o Madrid. ¿Qué ocurrirá si no con el resto de espectadores?, se pregunta el productor.
Money, money
Con todo, Morales, coproductor de películas como Whiskie (Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll, 2004), cree que es pronto para sacar conclusiones: Los resultados no se podrán ver hasta dentro de dos o tres años. Por el contrario, Luis Miñarro cree que ya se han producido los primeros efectos secundarios de la medida: TVE no ha querido financiar El cant del ocells (El canto de los pájaros, Albert Serra, 2008), producida por Miñarro, pese a ser la única película dirigida por un cineasta español seleccionada en el último Festival de Cannes. Es la primera vez que me pasa. Me han dejado con el culo al aire, afirmo explícito Miñarro, que también ha producido Liverpool (Lisandro Alonso, 2008), película argentina que compitió en Cannes sin la ayuda de TVE (el ente público sí apoyó las coproducciones La mujer sin cabeza, de la argentina Lucrecia Martel, y Acné, del uruguayo Federico Veiroj).
El dinero que pedí por cada una de las dos películas fue el 0,3% del presupuesto total del destinado a cine por TVE: 120.000 euros. Ese 0,3 me ayudaban a dar una salida digna a las películas, invertir en copias, publicidad. Pero la tendencia parece ser ir hacia la financiación de grandes títulos. ¿No estamos ayudando así al cine que menos ayuda necesita?, se pregunta. En cierto modo, añade, están quitándose de encima un cine molesto para los programadores, que no saben cómo programar películas como las mías, afirma.
Según Miñarro, esta falta de financiación es negativa por dos motivos: dificultan la producción de este cine, al depender en exclusiva de las ayudas del ICAA, y condenan al ostracismo a unas películas, malditas de por sí, que no pueden llegar a más gente al no ser proyectadas en TVE.
El caso Serra
El caso de Albert Serra es paradigmático de un problema que va más allá de las políticas de financiación de TVE: el abismo entre el cine español de riesgo, único que parece interesar ahora mismo a los festivales de prestigio, y los intereses de la industria. Se trata de un cine minoritario pero de trascendencia artística, esencial para el vigor de cualquier cinematografía, como demuestra la continua presencia en festivales internacionales de nombres desconocidos por el gran público como Serra, Isaki Lacuesta (La leyenda del tiempo), Ricardo Íscar (Tierra negra) o Mercedes Álvarez (El cielo gira), herederos de francotiradores de nuestro cine como Joaquim Jordá, Pere Portabella o Víctor Erice.
La ópera prima de Serra, Honor de caballería (2006), fue, según la revista francesa Cahiers du Cinema, una de las diez mejores películas estrenadas en Francia en 2007. Así, mientras Serra comparte honores en Francia con Quentin Tarantino, David Lynch, Gus van Sant o David Fincher, encontrar una sola crónica escrita en un gran medio español sobre su paso por el Festival de Cannes en 2006 se convirtió en misión imposible. El cant del ocells, pendiente de estreno, ha seguido una trayectoria similar: problemas para encontrar financiación, participación en Cannes y elogios de la crítica europea.
En opinión de Miñarro, es difícil sobrevivir sin la ayuda de las televisiones. Ahora está produciendo dos películas de directores noveles El brau blau (El toro azul, Daniel Villamediana) y El somni (El sueño, Christophe Farnarier). Pese a que ambas han sido seleccionadas para el Festival de Locarno, ni siquiera las he presentado a TVE. ¿Si no me ayudaron con las dos que fueron a Cannes, cómo lo van a hacer con éstas? Son películas pequeñas, de 300.000 euros. La falta de ayudas nos obligó a replantearnos la producción: las películas se rodaron en vídeo en lugar de 35 mm, y no hay dinero para promocionarlas. Por tanto, la tendencia es ir hacia la producción de un cine más kamikaze, sobrevivir sin la ayuda de la única televisión dispuesta a arriesgar, afirma.
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