Este artículo se publicó hace 13 años.
Las "dos vidas" de La Bien Querida
La Bien Querida, un valor emergente de la música alternativa española, no existiría si no hubiese sido por internet. Así lo reconoce su "alter ego", una pintora que vive "dos vidas", una a espaldas de sus clientes y otra en los escenarios, y quien hoy presenta en Madrid su segundo disco, "Fiesta".
Ana Fernández-Villaverde se dedicaba a los pinceles hasta que, un buen día, el líder de Los Planetas, J, le propuso componer. Colgó su maqueta en internet y, apenas unos meses después, obtuvo sus primeras ofertas discográficas y facturó "Romancero", el mejor disco de 2009, según prestigiosas cabeceras musicales.
Se puede decir por eso que lo suyo fue "llegar y besar el santo". Ella no se quedó para "vestir santos", aunque también le va la costura y es que, como los superhéroes, Ana posee varias identidades, tantas como talentos, en las que se entremezclan extravagancia y sobriedad.
"La mayoría de la gente con la que trabajo en pintura no sabe que tengo un grupo y yo tampoco se lo digo. Así puedo vivir dos vidas", dice en una entrevista con Efe parapetada tras sus gafas de sol.
Esta bilbaína porta, además, siempre unas faldas largas que se han convertido en otro de sus rasgos distintivos, como la capa de Supermán.
"Las faldas me las hacía yo misma al principio, ahora compro las telas -más de seis metros de largo para cada una- y hago los diseños", cuenta esta cantante aficionada también a la botánica, que dice tener un problema de espacio para guardar todo su contingente, compuesto por "más de treinta piezas", que distribuye entre Madrid y Barcelona.
Tanto cariño les tiene que no duda: "Le tengo más aprecio a mis faldas que a mis pinturas", sonríe.
Define su género musical como "canción popular melodramática", que según la Real Academia de la Lengua se trata de una "obra en la que se exageran los aspectos sentimentales y patéticos" o una "narración en que abundan las emociones lacrimosas".
Con ambas se siente identificada esta artista, que dice relatar "lo más bestia" de sus vivencias personales, "cosas que le pueden pasar a todo el mundo", aunque contadas de una "forma aparentemente sencilla", "con un toquecillo costumbrista", que conecta fácilmente con el público.
Pero no todo en su repertorio es lo que parece. "'Romancero' era un poco más monotemático, como una canción doce veces", dice al compararlo con su segundo y nuevo trabajo, "Fiesta", un disco "un poco más alegre", aunque permanezca cierto "poso melancólico", y en el que recurre a su mano de costurera para disfrazar de romance temas que, en realidad, hablan "de otras cosas".
"Cada canción de 'Fiesta' habla de una cosa y no se repite", afirma. "Me quedo aquí", por ejemplo, bien puede interpretarse como una declaración de intenciones de permanecer en el mundo de la música.
Además, frente al sonido más acústico de su primera incursión musical, en el que las palmas jugaban un papel importante, los temas de "Fiesta" se presentan más armados instrumentalmente, sobre todo a base de guitarra eléctrica y "mucho viento".
Se reconoce como una persona "atrevida" y algo de eso debe haber en el hecho de componer hasta una "saeta-pop", "Monte de Piedad". Modesta también es esta artista, pues afirma que componer pop es "fácil" y atribuye a la suerte, "mucha suerte", su fama y prestigio actual.
Como buena superheroína, no carece de talón de Aquiles. El escenario le encanta, pero le pone taquicárdica actuar. Tampoco disfruta pensando en el futuro, porque se angustia. "Prefiero arreglar los problemas del día a día", asegura tras visitar el campamento instalado por los seguidores del movimiento llamado 15-M en la Puerta del Sol, de Madrid.
Por Javier Herrero.
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