Donna Leon (New Jersey, 1942) aparece en la librería Negra y Criminal, de Barcelona, con un tramezzino en la mano y se sienta ante el pelotón de periodistas. Está contenta: 'Yo soy así, divertida. Son mis novelas, las que son un rollo', se justifica, bromeando, muy en su papel de paisano. 'La otra cara de la verdad [Seix Barral, Edicions 62, en catalán] es mi novela 18 protagonizada por el comisario Brunetti', dice, gesticulando con un brazo como si hiciera libros como churros...

El policía de Venecia, ciudad en la que reside la autora desde 1981 y en la que, gracias a no publicar sus novelas en italiano, se mantiene 'anónima e invisible', se enfrenta a un caso rabiosamente actual: las ecomafias que se dedican a transportar y destruir basura. Hablan sus páginas de las calles de Nápoles, del 'micropolvere' que contamina el ambiente y de los desechos tóxicos. Y entonces, Donna se pone seria: 'Hace más de 30 años que se queman residuos químicos', denunica. '¡La mozzarella de búfala, el queso pecorino [de oveja], están llenos de dioxinas, porque es lo que comen esos animales! En Italia la estadística de tumores da miedo...'

Son secretos a voces. 'Pero el gobierno regaña a los culpables como a niños. ¡Nadie va a la cárcel!'. La escritora comparte la crítica feroz que en la novela hace la hija del comisario, pero considera que ese no es el objetivo del libro: 'Un escritor no es un predicador, yo sólo hablo del problema ahora que la gente sabe bien de qué va'.

Così fan tutte

La novela aporta otras novedades, como la aparición de una nueva comisaria, la voluptuosa Claudia Griffoni, que estará también en la siguiente, ya escrita. Y otra crítica dura se la lleva la cultura de la cirugía estética: '¡Qué horror! ¿Por qué la gente hace algo así?' Donna, gran aficionada a la música clásica, responde con la cita de Mozart que hace en el libro: 'Che ti par di quellaspetto? Così fan tutte'.