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El día en el que el euro dejó de ser el 'Hotel California'

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Durante más de 11 años, abandonar el euro había sido tabú. Si el euro es el "corazón de Europa" sin el que el proyecto europeo "explotaría", en palabras de Nicolas Sarkozy, una expulsión o salida voluntaria de la moneda única sería vista como una detonación considerable y como el peor de los precedentes. Al fin y al cabo, ¿cómo podría competir el euro en la liga de las divisas globales si nadie sabe el número de jugadores del equipo azul con estrellas?.

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Pese a todo, la "columna vertebral del euro", como el presidente francés define la entente francoalemana, pasó a considerarlo en cuestión de horas, y ante la atenta mirada de Estados Unidos o China, como un mal menor. A medianoche del miércoles, el tabú pasó de políticamente inaceptable y técnicamente imposible a técnicamente dudoso y políticamente preferible a una bofetada democrática de manos griegas.

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En el G-20, la zona del euro amagó con expulsar a un socio por primera vez

Es la primera vez que se admite la posibilidad de un retroceso tan profundo en la construcción europea, ese viaje a medio camino entre sueño político e interés pragmático que desde hace medio siglo avanza casi siempre con lentitud, pero siempre en la misma dirección.

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"Grecia tiene que decidir si quiere o no estar en el euro", aseguró Angela Merkel. De lo demás, vino a decir la canciller, se encargarán los juristas, especialistas en legitimar decisiones políticas (en ocasiones tirando a dudosas). El Tratado de Lisboa, la ley constitucional europea, ni siquiera lo contempla, a pesar de que Francia, Holanda o Irlanda rechazaron alguna de sus versiones en referéndum. Convenientemente, el presidente francés apostó en 2007 por no consultar a sus ciudadanos sobre la redacción definitiva por si acaso.

Según el flamante presidente del Banco Central Europeo, que ayer demostró con una bajada de tipos de interés sorpresa los límites de lo posible, si no es legal no puede hacerse. "No está en el Tratado [la salida de un país del euro] y no tengo más que añadir", zanjó Mario Draghi. "El Tradado no prevé la salida de la eurozona sin salir de la UE", recordó desde Bruselas Karolina Kottova, una portavoz de la Comisión. Su artículo 50, que reconoce a un estado la opción de "retirarse de la Unión", no menciona en ningún momento una posibilidad similar con el euro. Por tanto, o todo o nada.

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El Tratado permite salir de la UE, por lo que podría ser la solución de Grecia

Sin embargo, la opción de volver a monedas de otro siglo ya no es tabú. Es real desde la cumbre del G-20 que termina hoy en Cannes. Su ideóloga es Alemania, donde numerosas voces lo exigieron junto a una venta de islas y obras de arte en 2010, cuando el euro se dio cuenta de lo letal que podía resultar la metástasis griega.

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Se consumó así el fin de un periodo en el que diplomáticos y periodistas conjuraban a los agoreros y euroescépticos comparando al euro con el Hotel California que glosaban los Eagles. En ese "adorable lugar", donde su encargada tenía un "Mercedes Benz" y "muchos chicos a los que llamaba amigos", se podía bailar "para recordar o para olvidar". Eso sí, los inquilinos podían pretender pagar y dejar la habitación del hotel, "pero nunca abandonarlo", como hasta ahora pasaba con Grecia. En tan sólo unas horas y un anuncio de referéndum (ya frustrado), el hotel empequeñeció quizás para siempre.

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