Este artículo se publicó hace 13 años.
El Día de las Encuestas También se Equivocan
Antonio Avendaño
Los socialistas celebraron ayer el Día de las Encuestas También se Equivocan, que es una festividad difícil pero muy apropiada para fechas como estas, si bien el abuso de ella tiende a devaluarla hasta el punto de que sus oficiantes corren el riesgo de que sólo los muy fieles se sumen a la celebración.
Una de las esperanzas de la izquierda es que la derecha estaba ganando el partido cuando todavía faltaba demasiado tiempo para el final. Cuando quedan muchos minutos por delante siempre cabe un gol inesperado, una expulsión determinante, algo que dé un vuelco no al resultado, pero sí al ánimo y la moral de los rezagados. El PSOE estuvo esta semana cerca de conseguirlo tras difundirse la condena por malos tratos a menores del número dos del PP por Sevilla, Javier Landa, pero el PP no picó y Landa sigue en el terreno de juego. Las encuestas publicadas ayer coinciden en predecir una severa derrota socialista y la predicen además con el partido ya en su último cuarto de hora, sin apenas tiempo para darle la vuelta al marcador. El resumen de los sondeos es este: el PP afianza posiciones, el PSOE las pierde e Izquierda Unida las conserva. La única esperanza socialista sigue siendo esa renuente bolsa de indecisos que el CIS cifraba nada menos que en un 30% en Sevilla. Hasta ahora, en todo caso, el Partido Socialista no ha sido capaz de trasladar a esos indecisos ninguna razón lo suficientemente convincente para conseguir que dejen de serlo el domingo que viene.
Va a ser una semana dura para quienes han sido señalados como perdedores: no porque hayan sido estigmatizados como tales, sino porque los pobres están obligados a simular que no lo han sido y, por tanto, a celebrar con júbilo impostado el Día de las Encuestas También se Equivocan, mientras miran de reojo y con secreta envidia a esa derecha resentida pero eufórica que lleva desde el aciago 14 de marzo de 2004 esperando con ansia el momento de tomarse de una maldita vez el desquite. Pero ni siquiera ese resentimiento, que tanto voto de izquierdas moviliza, ha entrado en campaña, salvo cuando reaparece Aznar, y lo cierto es que ha reaparecido más bien poco. Con el paro desbocado, las encuestas en contra y Aznar en casa, no hay manera. Contra el paro no cabe hacer nada y contra las encuestas, menos. Quién iba a decirle al PSOE que llegaría un día en que su única esperanza sería Aznar.
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