A sus 51 años, María Isabel Obregón comenzó hace unos meses una nueva batalla contra una enfermedad que la persigue desde los 36: el cáncer. La primera vez se le manifestó en el cuello del útero, a los dos años en el útero, después en los ovarios, en la mama, y ahora, padece leucemia. 'Cumplí los 51 años encerrada en una urna'. Así llama Obregón a la habitación del hospital La Paz, en Madrid, donde pasó aislada 21 días para evitar infecciones después de pasar por un trasplante de sangre de cordón umbilical, el 1 de septiembre de 2009.
Hija única y con padres fallecidos, las posibilidades de esta madrileña de encontrar un familiar cuya médula fuera compatible eran pequeñas. Se calcula que sólo el 25% de los pacientes cuenta con un miembro de su familia genéticamente adecuado para el trasplante, y suele ser un hermano. Su solución fue un cordón umbilical. Isabel cuenta que en su caso el trasplante además era vital: 'Cuando te dicen que tienes leucemia te quedas patidifusa. No tenía más opciones. Era el trasplante o morirme, así que me arriesgué y, por el momento, todo está saliendo bien'.
Una de las ventajas de este trasplante es que no necesita una operación. Tras varias sesiones de quimioterapia, al enfermo se le realiza una transfusión de sangre del cordón de un recién nacido, que contiene las denominadas células madre hematopoyéticas (capaces de formar glóbulos blancos, rojos y plaquetas), para crear una sangre nueva, sin tumor. El procedimiento no tiene riesgos y dura media hora.
'He aprendido a vivir al día. Te hacen pruebas cada dos por tres'
'He aprendido a vivir al día. Te hacen pruebas cada dos por tres y las revisiones son sorpresa, sorpresa', bromea Isabel, que destaca el apoyo de su marido y su hijo: 'Me dicen que me lo he llevado todo, que deje algo para los demás'.
Tras el trasplante, el paciente puede sufrir los efectos secundarios que se producen cuando el cuerpo detecta que hay sangre que no es la suya: fiebre, vómitos, náuseas, alteraciones cutáneas, etc. Es lo que se llama el síndrome de injerto contra huésped. 'Me estoy despeluchando como los bebés y me cuido de no coger ni un catarro', cuenta.
Incansable y sonriente, Isabel se resigna cuando le recomiendan hacerse las fotos dentro del hospital. 'El primer año es el más duro, cuando pueden surgir más complicaciones y hay que comprobar que el cordón ha prendido correctamente', asegura su médico, el hematólogo de La Paz, Miguel Ángel Canales. El doctor advierte, no obstante, de que las manifestaciones pueden surgir en cualquier momento y hacerse crónicas.
La utilización de la sangre de cordón en el tratamiento de enfermedades como la leucemia (sobre todo la infantil) y los linfomas es cada vez más frecuente. 'Es una terapia consolidada, que permite encontrar a un donante no emparentado de manera rápida', tres meses máximo, asegura el jefe del Área Médica de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), Gregorio Garrido.
Las donaciones de cordones crecieron en España un 15% el año pasado
En España hay 41.771 unidades de cordón almacenadas, un 15% más que en 2008 (35.802), según nuevos datos de la ONT a los que ha tenido acceso Público. El objetivo fijado por el Plan Nacional de Sangre de Cordón, en marzo de 2008, es alcanzar las 60.000. Los expertos calculan que España podría realizar el 90% de los trasplantes con cordones españoles siempre que haya una amplia variedad genética. Las operaciones realizadas en España han disminuido: de 137 en 2008, a 131 en 2009.
'Mi cordón vino de EEUU', explica Isabel. Hasta 49 países comparten sus bases de datos para que cualquier enfermo pueda beneficiarse de las más de 300.000 unidades disponibles en el mundo. España ocupa el cuarto puesto del ránking de países con más reservas, detrás de Taiwán, Bélgica y Australia.
El anuncio de los príncipes de Asturias de guardar la sangre del cordón de su hija Leonor en un banco privado estadounidense en 2006 la actividad de estas entidades no estaba regulada entonces en España desató la polémica. Cuatro años después de que un Real Decreto autorizara su funcionamiento, sólo hay un banco privado, VidaCord, situado en Madrid.
Mientras, los bancos públicos aumentan. Madrid, Santiago, Tenerife, Valencia, Barcelona y Málaga cuentan ya con uno propio. Además, este mismo año abrirá otro en San Sebastián. La ley obliga a que si un enfermo necesita un cordón tiene derecho a recibirlo, esté en un banco público o privado. Estos últimos deben, por tanto, informar a la Red Española de Donantes de Médula Ósea (REDMO) de las unidades que guardan. Según fuentes sanitarias, VidaCord 'aún no ha dado la información porque ahora están clasificándolas'.
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