Este artículo se publicó hace 13 años.
La crisis se ceba en la bolsa portuguesa, con fuertes caídas de la banca
La nueva ola de incertidumbre sobre los efectos de la crisis de la deuda en Europa se cebó hoy sobre la bolsa y los intereses de la deuda de Portugal, cuyos bancos perdieron más de novecientos millones de euros en el parqué.
La Bolsa de Lisboa tuvo hoy la peor sesión del año, con una caída del 4,28 % que le hizo ceder la cota de los siete mil puntos y quitó una buena tajada al valor de las acciones de la banca lusa justo en la semana en que se anuncian las pruebas de estrés de los bancos europeos, que serán divulgadas el viernes.
Los tipos de interés de la deuda portuguesa volvieron entretanto a subir con la preocupación de los mercados y los vencimientos a tres años, muy sensibles porque marcan el fin de la ayuda internacional a Portugal, sobrepasaron hoy por primera vez el 20 %, aunque lograron cerrar ligeramente por debajo de ese nivel.
Los bonos a diez años, que sirven de referencia en el mercado secundario, dejaban también muy atrás la cota del 13 por ciento, superado hoy casi en cuatro décimas, mientras a corto plazo los títulos a dos años se mantenían al alza y rebasaban el 18,2 %.
La bolsa bajó al nivel de mayo del año pasado, cuando empezó a mostrar un fuerte contagio de la crisis griega, y la acción más castigada de la jornada fue la del Banco Comercial Portugués (BCP), una de las mayores instituciones financieras privadas lusas, que cayó el 7,1 por ciento.
Los analistas calculan que este banco ha perdido ya este año casi un cuarenta por ciento de su valor en bolsa, mientras sufre, como las demás instituciones financieras lusas, los efectos de los insostenibles intereses que exigen los inversores para financiar a cualquier entidad portuguesa.
La pérdida de valor de la bolsa lusa se produce cuando el Gobierno se prepara para sacar a la venta sus participaciones en grandes empresas nacionales, que como en el caso de la petrolera Galp o las eléctricas EDP y REN han sido también castigadas por la mala racha del parqué.
El Gobierno conservador luso de Pedro Passos Coelho, anunció al asumir el poder el mes pasado, que va a acelerar las privatizaciones incluidas en las reformas económicas que exige el rescate financiero de Portugal.
A cambio de los 78.000 millones de euros que la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI) le concedieron en mayo, Portugal debe cumplir un estricto programa de reducción del déficit y liberalización económica que incluye también la eliminación de sus acciones privilegiadas (o "de oro") en grandes empresas lusas.
La debilidad de la banca, el descenso de valor en bolsa de las compañías y los riesgos que ven en la economía portuguesa los inversores hacen temer a muchos analistas que las privatizaciones previstas puedan perjudicar los intereses del Estado luso y que, además, falte capital nacional para participar en el proceso.
Junto a sus propios problemas financieros, Portugal se ha visto muy afectado este año por la crisis griega y por cualquier sombra de preocupación surgida en la zona euro, incluida la reciente inquietud de los mercados por Italia.
En marzo pasado el rechazo en el Parlamento luso del cuarto plan de austeridad del Gobierno socialista hundió las calificaciones crediticias del país, hizo dimitir al Ejecutivo y disparó los intereses de la deuda a niveles nunca vistos desde la creación del euro.
Ahora, tras las elecciones anticipadas celebradas en junio, el nuevo primer ministro conservador ha tenido que lidiar con el drástico descenso de la nota de solvencia de la deuda lusa que anunció el martes pasado la agencia Moody's.
La calificadora recortó cuatro escalones la nota que asigna a Portugal, hasta dejarla en un nivel de bono basura, en una decisión que levantó indignación dentro y fuera del país.
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