Este artículo se publicó hace 12 años.
La Copa es para el rey
Alejandro Torrús
La final de Copa duró exactamente dos minutos. Justo el tiempo que necesitó el Barcelona para adelantarse en el marcador por mediación de Pedro y asestar una puñalada mortal a un inocente Athletic que no consiguió revivir. El conjunto blaugrana fue mejor desde el primer segundo y arrolló a los de Bielsa que sucumbieron ante la asfixiante presión de los chicos de Guardiola. El técnico de Santpedor se despide del Barcelona, con una oda al fútbol que acabó con 3-0 para los catalanes.
Los primeros 25 minutos del Barcelona pasarán a la historia de las finales de Copa. El conjunto de Pep Guardiola salió a morder desde el primer momento y en el segundo treinta tuvo su primera oportunidad. Messi recibió en tres cuartos de campo, enfiló portería en su diagonal preferida —desde la derecha al centro— para cruzar en exceso su disparo. Minuto y medio después volvió a avisar, esta vez por mediación de Pedro cuyo disparo terminó en córner.
La final duró dos minutos, el tiempo que necesitó Pedro para anotarA la tercera fue la vencida. Pedro recogió un rechace tras un lanzamiento de córner y no perdonó ante Gorka. Después llegó el recital de los de siempre: Xavi, Iniesta y Messi, que hizo el segundo del encuentro en el minuto 20 tras un pase primoroso del de Fuentealbilla. El Athletic, aún, ni se había presentado.
Con los leones completamente KO, incapaces de sacar el balón desde atrás como pretende siempre su técnico, el Barcelona lo maltrató. De hecho, cuatro minutos después, en el 24, llegó el tercero. Piqué filtró un balón perfecto para Xavi que se movió entre líneas para dejar con el exterior de su pierna derecha el balón muerto en la frontal. Pedro llegó en carrera e hizo el tercero del encuentro. Tanto que sirvió para cerrar completamente una final que no tuvo color y para gritar a Vicente del Bosque que merece estar en la lista final de la Eurocopa.
Segunda pitadaTras el tercer gol, el Barcelona bajó el ritmo del partido y se dedicó a mover la pelota. Iniesta, Xavi y Busquets comenzaron a bascular el balón de un lado para otro buscando la fatiga de un Athletic que pese a su inocencia en defensa no cesó de presionar en ningún momento. Gracias a este bajón azulgrana, los de Bielsa consiguieron bajar el esférico por primera vez y acechar el área de Pinto. Corría el minuto 30 y la oportunidad fue para Susaeta. La remontada, sin embargo, se antojaba imposible.
No cesó, no obstante, el Athletic de intentarlo en los pocos errores del Barça. Muniain lo buscó en un error clamoroso de Pinto pero el propio portero enmendó su error y despejó a córner. Antes, se había producido la segunda gran pitada del encuentro. Pero esta vez no iba dedicada al himno nacional ni a Esperanza Aguirre. El colegiado Fernández Borbalán se comió un claro penalti de Piqué a Llorente que indignó a la afición rojiblanca.
El Athletic repitió los mismos errores que en BucarestEn el área técnica, Bielsa, como es habitual, no cesó de dar pequeños paseos por su área técnica buscando la razón por la que su equipo ha desfallecido en las dos grandes finales. El Athletic repitió los mismos errores que en Bucarest. Fue incapaz de sacar el balón de atrás, en ataque la presión fue tardía y a destiempo y en defensa muy inocente. El vivo ejemplo del hundimiento bilbaíno fue la figura del central Amorebieta, extraordinario durante toda la temporada, lento e impreciso en las dos finales.
Un trámiteLa segunda parte del encuentro fue un mero trámite para los azulgranas que tocaron y tocaron el balón a la espera del pitido final. Bielsa introdujo a Ander Herrera y a Iñigo Pérez buscando tener más presencia en el centro del campo. Lo consiguió en los primeros minutos cuando Ander Herrera se hizo dueño y señor del centro del campo y filtró un balón perfecto a la espalda del canterano Montoya. Ibai buscó una vaselina solo ante Pinto, pero el esférico se marchó desviado y con él las últimas esperanzas del Athletic.
Todo lo que pasó después estaba previsto en el guión de Guardiola. El Barcelona fue anestesiando el encuentro y el Athletic se fue rindiendo paulatinamente. Las únicas oportunidades fueron para Messi, que buscó en varias ocasiones la jugada individual con la cual entrar una vez más a la historia de una final, y para Aurtenetxe, que inexplicamente remató fuera un centro medido de Ibai al segundo palo.
Con el pitido del colegiado llegó el final de la era Guardiola. El partido fue un claro ejemplo de sus cuatro años al frente del equipo. Arrasó a su rival, al que no le dio ninguna opción, monopolizó el balón y dio una lección de deportividad en el campo. El Athletic tendrá que seguir esperando. De momento, ya lleva tres finales consecutivos sin éxito.
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