Este artículo se publicó hace 17 años.
Conmemoran el 50 aniversario del vuelo espacial de la perra Laika
Rusia conmemora hoy el 50 aniversario de la odisea espacial de la perra Laika, el primer ser vivo que voló al espacio exterior y que fue precursora de los vuelos tripulados por astronautas.
Entre otros actos, miembros del equipo que adiestró en la década de los años 50 del siglo pasado a los "perros astronautas" erigieron hoy a la salida de la estación de metro Dinamo de Moscú una estatua en memoria de la perra callejera, informó la agencia RIA-Nóvosti.
Laika pasó a la historia cuando fue enviada al espacio a bordo del Sputnik-2 el 3 de noviembre de 1957, un mes después del lanzamiento de la primera nave espacial (Sputnik).
El primer cosmonauta de la historia, Yuri Gagarin, tuvo que esperar tres años y medio para ver cumplido el sueño del ser humano de surcar las estrellas (12 de abril de 1961).
Un mes después del lanzamiento de la primera nave espacial, el máximo dirigente soviético, Nikita Jruschev, expresó su deseo de conmemorar el 40 aniversario de la Revolución de Octubre con la puesta en órbita del primer cohete tripulado.
Ahí aparece Laika, una pequeña perra reclutada en las calles de Moscú y que había sido entrenada durante varios años para viajar a lo desconocido.
Laika había sido seleccionada entre centenares de otros canes porque cumplía con los requisitos físicos -menos de 6 kilos y 35 centímetros de altura-, pero también por su resistencia.
Los científicos rusos pensaban que un perro de la calle acostumbrado a luchar diariamente por la supervivencia soportaría mejor los entrenamientos que un perro de raza.
El animal superó con nota los mismos exámenes y pruebas que luego se aplicarían a los humanos.
Para satisfacer el capricho de Jruschev, el padre de la cosmonáutica soviética, Serguéi Koroliov, tuvo que improvisar sobre la marcha una cápsula espacial sin módulo de retorno.
La suerte de Laika estaba echada, la perra nunca regresaría a la Tierra y sacrificaría su vida para demostrar la resistencia de los seres vivos a los condiciones de ingravidez.
Laika viajó en el interior de una cabina provista de un arnés especial para combatir los efectos de la ingravidez, bebió agua a través de unos dispensadores e ingirió alimentos en forma de gelatina.
La perra, cuyos signos vitales fueron relativamente normales durante el ascenso y la entrada en órbita, únicamente sobrevivió durante 5-7 horas, pero eso no se supo hasta 2002.
En un principio, la agencia de noticias soviética TASS informó que Laika regresaría a la Tierra en paracaídas, para después anunciar su muerte sin dolor tras una semana de órbita terrestre.
El científico del Instituto de Problemas Biológicos de Moscú, Dmitri Maláshenko, desveló el misterio en 2002 durante un congreso espacial en Houston: Laika había muerto debido al calor y al pánico.
En realidad, fue víctima de la carrera espacial y de la guerra propagandística que enfrentó durante varias décadas a la Unión Soviética y Estados Unidos, y que finalmente se decantó en favor de la potencia occidental.
Laika sería el último perro en ser enviado al espacio en una nave sin sistema de retorno.
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