Este artículo se publicó hace 16 años.
"El conflicto tibetano no es un problema de agresión a mi religión"
Los diagnósticos que las comunidades budistas tibetanas de Andalucía hacen sobre el conflicto entre China y Tíbet ofrecen un fresco muy atomizado de opiniones en las que pueden encontrarse, con matices, tres pareceres comunes: el conflicto afecta esencialmente no a la religión, sino a los derechos humanos, como en Chechenia o en Palestina; la violencia es una espiral estéril; y las Olimpiadas beneficiarán a la causa tibetana.
“No vivo el problema como una agresión a mi religión, sino como una expresión más de la violencia del ser humano”, afirma Peter Gómez, director del centro Karma Guen, en Vélez-Málaga, el único de retiro en Andalucía de la escuela Kagyüpa. “Hay que aprovechar los Juegos”, afirma Antonia Scheerber, portavoz del centro Karma Guen de Granada.
El linaje Kagyüpa, concretado en la corriente Karma Guen, es el mayoritario en la región y cuenta con centros de meditación, más o menos estables, en Granada, Sevilla, Málaga, Fuengirola, Nerja y Benalmádena. Su líder espiritual no es el Dalai Lama, sino Karmapa XVII, exiliado en India y partidario de no mezclar política y religión.
La escuela Gelupa tiene su máxima expresión en el centro O. Sel. Ling, en Órgiva, en la Alpujarra. Allí reside una comunidad de monjes en absoluto aislamiento. Es la única imagen budista andaluza ajustada al tópico: cabezas rapadas, vestimenta naranja, meditación constante. Sus responsables rehusaron recibir a este periodista y remitieron su opinión a la Casa del Tíbet.
Aunque los budistas tanto del linaje de Kagyüpa como del linaje Gelupa insisten en su absoluta libertad e independencia de criterio, lo cierto es que no es fácil que sus respuestas lleguen sin una ristra previa de pregunas sobre la intención del reportaje y unas explicaciones acerca de lo poco conveniente que es mezclar religión y política. “Meditamos y enviamos buenos deseos; no podemos hacer más”, dice la portavoz de otro centro Gelupa granadino que prefiere no dar su nombre. El resto de centros de este linaje remiten a la Casa del Tíbet.
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