Este artículo se publicó hace 14 años.
Colombia camina hacia el continuismo de Uribe y evidencia la frágil base de Mockus
Los colombianos optaron por el continuismo de Álvaro Uribe al dar un gran respaldo al oficialista Juan Manuel Santos en las elecciones del domingo, que dejó en evidencia a las encuestas y sobre todo cuestionó la frágil y ficticia base social de candidatos sorpresa, en este caso Antanas Mockus.
Los analistas coinciden en que las empresas encuestadoras fueron las grandes perdedoras de esta primera vuelta a la Presidencia, ya que erraron al otorgar un empate técnico a Santos y Mockus, cuando la realidad es que el oficialista, con el 46,5% por ciento de los votos, sacó 25 puntos de ventaja al candidato verde.
Se trató de "un aterrizaje brusco de las ilusiones que pudieron despertarse por la posibilidad de un cambio real en la línea de Gobierno después de ocho años con Álvaro Uribe en el poder", señaló hoy la Fundación Razón Pública, dirigida por el doctor en Economía, Derecho y Sociología Hernando Gómez Buendía.
Para el analista político Jairo Libreros, de la Universidad Externado de Colombia, esas encuestas "midieron el anhelo evidente del cambio político representado en la ola verde mockusiana, sin capacidad alguna de calcular la capacidad de intervención política del presidente Uribe".
A su juicio, en las semanas previas Uribe "logró inclinar la balanza a favor de su elegido", es decir, Santos.
La respuesta de los colombianos en las urnas sacó además a la palestra la fragilidad de la base social de Mockus, el candidato sorpresa durante la campaña y que pasó a colocarse como favorito desde el furgón de cola.
"Si Antanas fue un fenómeno de opinión no se tradujo en fenómeno electoral, Santos fue, por el contrario, el 'no-fenómeno' de opinión que se tradujo finalmente en sorpresa electoral", matiza Razón Pública en un análisis sobre los resultados del domingo.
Esta fundación achaca el raso apoyo a Mockus en sus "debilidades e inseguridad en la presentación de sus propuestas programáticas"; y a eso se añade la insistencia de sus rivales de presentarlo como "un salto al vacío".
Libreros, por su lado, cree que Mockus "erró al desconocer los límites éticos del poder" y explica el triunfo de Santos en que "los candidatos subestimaron la concentración del poder en manos del Ejecutivo, que maneja a su antojo los organismos de control de Estado".
Además, "la alta popularidad de Uribe y su política de seguridad democrática salió a relucir en las elecciones por la injerencia de los presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y de Ecuador, Rafael Correa, quienes en su afán por atajar la candidatura de Santos atacaron la figura de Uribe despertando sentimientos de solidaridad que se convirtieron en votos efectivos para Santos", agregó.
Para Libreros, lo que confirmaron estos comicios fue "el perfil de centro-derecha de los colombianos", mientras que Razón Pública observa que "el uribismo continúa siendo la fuerza hegemónica" y que "Colombia quedó flotando entre una mayoría indiscutible y una pequeña constelación de minorías políticas".
Y es que ayer se emitió casi un certificado de muerte a los tradicionales Partido Conservador y Partido Liberal, las fuerzas hegemónicas de la vida política colombiana durante 150 años.
Los conservadores, con la ex canciller Noemí Sanín a la cabeza, lograron un 6,14% de los votos; mientras que los liberales, liderados por el ex ministro de Defensa Rafael Pardo cosecharon tan sólo un 4,38%.
"Es la sustitución del viejo partidismo por el nuevo uribismo", agrega Razón Pública, que, no obstante, entiende que este nuevo escenario "deja espacio para movimientos de coyuntura capaces de simbolizar la idea de un cambio", en alusión al Partido Verde.
Ahora, ante la segunda vuelta de 20 de junio y en el afán de lograr los cuatro millones de votos que fueron a los otros candidatos, Santos "no podrá confiarse en las salidas en falso de Mockus y éste tampoco en el silencio de los presidentes Uribe, Chávez y Correa", según Libreros.
Ambos, agregó el experto, "tendrán que polarizar el voto en una sociedad mayoritariamente urbana y de centro-derecha, que ve en la seguridad democrática la principal garantía de sus intereses".
Y en un escenario, según Razón Pública, en el que los indecisos recibirán "toda clase de presiones" y de "grandes jugadas estratégicas, hasta las inconfesables".
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