Este artículo se publicó hace 13 años.
En la cola del paro del Tío Sam
En Cádiz provincia, con un 31,6% de paro según la Encuesta de Población Activa, la palabra "empleo" barre la contestación social a cualquier proyecto, por controvertido que sea. Más aún en la Bahía de Cádiz, sumida en una sangrante crisis industrial que castiga desde la capital a El Puerto pasando por San Fernando o Puerto Real. Las críticas que desde el pacificismo, el ecologismo o el antiimperialismo se vierten contra la implicación de Rota (28.904 habitantes) en el sistema antimisiles quedan acalladas por el estruendo de la palabra "empleo", un auténtico "ábrete Sésamo" para la mayoría social.
Según el Gobierno, la participación española en el sistema antimisiles supondrá para Rota 3.400 nuevos residentes estadounidenses 1.100 militares, 200 civiles y el resto familiares. Eso se traducirá en la creación de mil puestos de trabajo en y alrededor de la base (tres cuartas partes indirectos). Los datos suenan bien en la bahía, con 60.595 parados registrados. Sólo en Rota hay 3.552, casi 2.000 de ellos entre 25 y 44 años, según la Consejería de Empleo.
La provincia sufre un 31,6% de paro y una crisis industrial sin solución aparente
"Ese empleo es una mera anécdota", advierte Manuel Pastrana, líder de UGT-A. "Hacen falta alternativas industriales. Con este plan no se sabe ni qué empleo va a ser, ni para qué, ni si va a haber reparación de buques", señala su homólogo en CCOO, Francisco Carbonero. Juan José Téllez, autor del libro Sin ninguna base, sobre la historia de las bases andaluzas, advierte de que "el impacto en el empleo" estaría en trasladar la reparación de los buques a los astilleros gaditanos. "Pero eso ni se ha hablado. Así que ¿en qué va a consistir el empleo?, ¿en reabrir las güisquerías para yanquis de los sesenta?", ironiza.
Pese a estos reparos, Rota mastica optimismo ante la promesa de empleo que los muchachos del Tío Sam traen bajo el brazo. Los soldados que operarán desde 2013 y sus familias se hospedarán en los poblados militares de la base y, en algunos casos, en casas alquiladas en Rota o El Puerto. "Si esas familias salen, cogen taxis, alquilan casas e invierten pues estupendo", dice la alcaldesa, Eva Corrales (PP).
En la cafetería Plaza del Triunfo, cerca de la base, cuentan con que los que lleguen disfruten de vez en cuando de un desayuno español "fuera de los bares yanquis, donde no les ponen jamón en la tostada", barrunta un camarero. Los taxistas apostados en la rotonda de acceso a la base, bajo la marquesina de los rent a car, cruzan los dedos. "Las esposas y maridos de militares se aburren en la base", dice Antonio, taxista portuense con licencia en Rota. "No es raro coger un servicio para llevarlos de compras a Jerez", relata.
El negocio a la vista será dar servicios a 1.300 americanos y a sus familias
El presidente de la patronal roteña, Juan Alberto Izquierdo, es cauto: "Llevamos muchos años oyendo que vienen 3.000 y no los he visto". De hecho, el empleo va a menos, y no sólo por los ERE de subcontratas tradicionales de la base, que han dejado a cientos en la calle, sino también por la merma de trabajo dentro del recinto.
"En diez años hemos perdido 500 empleos. Ahora hay menos de mil en la base, que es como una ciudad en la que necesitan carpinteros, ingenieros, fontaneros, camareros...", cuenta Rafael Chacón, secretario del comité de empresa, que admite que los buques "ayudarán a mantener el empleo".
Pésimo mensaje"La opacidad sobre los riesgos es total", denuncian los ecologistas
Téllez cree que la bicoca del empleo no compensa. "El sistema antimisiles, en la estela de la doctrina de Reagan y Bush, es el preámbulo de las guerras del futuro: Irán, Corea, quién sabe si China. ¿Qué hacemos ahí?", se pregunta, seguro de que España lanza un pésimo mensaje en plena primavera árabe. La Red Antimilitarista No Violenta de Andalucía (RANA), ligada a una pléyade de colectivos pacifistas, ecologistas y de izquierdas, calienta ya las marchas a Morón (30 de octubre) y Rota (6 de noviembre).
Y está, además, la cuestión medioambiental. "La opacidad sobre los riesgos es total", denuncia Cristóbal Orellana, de Ecologistas en Acción, que advierte que el tráfico de submarinos nucleares puede acabar ocasionando un nuevo caso Tireless en una zona, la bahía, de gran densidad de población.
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