Clavados al olvido
Encuentran 55 clavos al exhumar a tres represaliados de la Guerra Civil en Ávila que podrían haber sido utilizados para torturar a las víctimas
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El pasado sábado comenzaron los trabajos de exhumación de tres represaliados de la Guerra Civil en Gavilanes (Ávila). Junto a los restos óseos se encontraron más de 55 clavos de unos 7 centímetros, algunos de ellos entre los huesos de la muñeca o muy pegados al fémur, por lo que todos los indicios indican que fueron torturados antes de ser asesinados. Los clavos de metal, según las primeras investigaciones arqueológicas y a la espera de lo que determine el estudio antropológico forense, habrían podido ser utilizados para torturar a las víctimas, siendo clavados en las piernas, en los brazos, en las muñecas y en los pies de los asesinados.
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Los restos pertenecen a Eulogio Jiménez Fernández, Juan Gil Gómez y Remigio Martín Arbulo, todos jornaleros y vecinos del pueblo de Gavilanes. Fueron asesinados la noche del 14 al 15 de noviembre de 1936 en el paraje de El Portalón, a menos de un kilómetro del pueblo, en la parte sur de la provincia de Ávila. Los trabajos de búsqueda de los restos empezaron el pasado viernes a las 9:00 horas en una zona de pinar, que durante años había sido lugar de peregrinación de los familiares, donde cada domingo depositaban un ramo de flores.
En el lugar indicado por los familiares los arqueólogos hicieron la primera excavación, se hizo de forma manual, pero no se encontró ningún hueso ni resto humano. Al no encontrar nada se amplió el radio de búsqueda sobre el lugar indicado por los familiares, teniendo que recurrir a los medios mecánicos y trabajar con la pala excavadora en toda la zona llana del pinar. En apenas media hora, la máquina descubrió los primeros restos óseos. Tras hallar estos primeros huesos se procedió a poner una denuncia en el cuartel de la Guardia Civil del pueblo de Pedro Bernardo, esperando la presencia del juez competente de Arenas de San Pedro, para el levantamiento de cadáver. Posteriormente se personaron en dicho paraje dos agentes de la Guardia Civil, la policía Judicial y la médico forense de la ciudad de Ávila.
Gregoria Agudo Gil, sobrina de Juan Gil Gómez, comentaba que "es un día muy esperado para los familiares, pero está siendo muy duro, "Saber que torturaron con clavos a mi tío me rompe el corazón. Les trataron peor que a animales", ahora creo que el hombre es malo por naturaleza dadas las barbaridades que es capaz de hacer."
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Unas tablas encontradas junto a dos de los cráneos podrían confirmar los testimonios recogidos por el Foro por la Memoria de Ávila que aseguran que "una señora del pueblo recogió con su mandil los sesos desparramados por el suelo de las víctimas y los colocó". Dos cráneos estaban totalmente reventados, el examen forense determinará la causa que parece evidente. También se han encontrado dos balas alojadas junto a los cráneos. Pueden ser las balas del "tiro de gracia" con el que acabaron con sus vidas.
El presidente del Foro por la Memoria de Ávila, Bruno Coca, recogiendo las palabras de Carlos Jiménez Contreras, uno de los vecinos del pueblo que más ha luchado por realizar esta exhumación, ha calificado los trabajos como una "exhumación de libro". Bruno Coca, ha declarado que "en estas situaciones lo más importante son los familiares de las víctimas que llevaban 76 años esperando recuperar los restos de sus deudos para alcanzar el objetivo por el que muchos de ellos llevan años luchando para conseguir, para las víctimas del franquismo: verdad, justicia y reparación"
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La aparición de los restos también hay que agradecérsela a Paulino, un vecino del Pedro Bernardo de 1936, que arriesgó su vida para salvar los tres cuerpos de los lobos. Paulino era pastor y, según los testimonios recogidos, escuchó los disparos en el monte, al acercarse se encontró con los cuerpos recién asesinados. Lejos de huir decidió convertirse en uno de esos héroes anónimos y silenciosos de la Guerra Civil, y jugándose la vida decidió desafiar la "noche de lobos" y con tan solo una fogata para calentarse pasó la noche a la intemperie, velando los cuerpos y evitando que los lobos se dieran un festín con los cuerpos de los recién fusilados.
Con la paciencia que exigen este tipo de trabajos, los expertos empaquetaron los restos de los cuerpos quedando colocados en tres cajas, una por cuerpo, que han sido entregadas en el Instituto de Medicina Legal, del juzgado de Ávila, ya que este juzgado se hace cargo de los restos de estos republicanos fusilados. Este hecho cobra especial relevancia ya que es la primera vez a nivel estatal que un juzgado provincial se hace cargo de los restos de una exhumación tras la resolución del Tribunal Supremo de 28 de marzo de 2012 donde el Tribunal Supremo aclara que los juzgados provinciales son los competentes para las causas relacionadas con el franquismo.