Este artículo se publicó hace 13 años.
'Chupetes' de pulpo entre templos budistas
El viaje de Demelza Martín coincidió con el seísmo del 11 de marzo
Lo que empezó como un viaje único se convirtió, de pronto, en una experiencia imposible de olvidar. Demelza Martín decidió postergar las vacaciones de 2010 para cumplir con un sueño: visitar Japón. Y al imperio del sol naciente llegó en febrero de 2011 sin saber que, en los días posteriores, iba a ser testigo de una situación difícil de igualar. "Mi viaje coincidió con el gran terremoto del 11 de marzo, que causó 15.000 muertos y 5.000 desaparecidos, pero permitió comprobar la capacidad de reacción de un país que afrontó esa desgracia con entereza", indica esta técnico forestal de 31 años, vecina en la isla de La Palma.
Desde el aterrizaje en Tokio, Demelza comprobó que en el país de cuatro islas grandes (Honshu, Hokkaido, Kyushu y Shikoku) y otras casi 7.000 de menor tamaño, el respeto a las tradiciones no está reñido con el desarrollo tecnológico ni las infraestructuras modernas. "Había leído mucho sobre la combinación de tradición y modernidad", explica Martín, "y comprobé que es cierto: Japón tiene un gran desarrollo, pero no ignora el respeto a sus tradiciones milenarias. Son 127 millones de personas que se esfuerzan por mantener su acervo cultural sin que el ansia de progreso atente contra una rica diversidad natural".
En los mercados nipones se vende sushi fresco, sopas de fideos y pizzas de calamar
Entre los lugares visitados, DemelzaMartín destaca la capital, Tokio, donde viven 30 millones de personas. "Es una ciudad gigantesca, pero sus servicios y las zonas de residencia están muy integradas con el modo de vida japonés. Me sorprendió el metro, con una red modernísima que atiende a toda esa población. En las horas laborales, Tokio se convierte en un hormiguero donde millones de personas se desplazan a sus lugares de trabajo en orden perfecto", destaca la joven canaria. También visitó Martín los llamados Alpes japoneses, próximos a Tokio. "Hacía mucho frío, siempre con nieve, pero me gustó mucho la zona a la que muchos japoneses suelen escaparse a disfrutar de días libres".
Árboles como antenasDemelza recuerda con detalle el aspecto de los árboles de los Alpes nipones en pleno invierno. "Son bosques de hoja caduca y, en marzo, los árboles tenían aspecto de grandes antenas de madera, parecían inertes". Panorama diferente encontró en Kioto. "Es patrimonio de la humanidad y tiene antiguos templos budistas, pero lo que sorprende son sus jardines, siempre cuidados", recuerda la turista. "Me llamó la atención que no hay papeleras, allí nadie tira cosas a la calle, y que se pudiera fumar en los restaurantes, pero que esté prohibido en los parques y jardines públicos", agrega.
De la gastronomía, Demelza destaca los chupetes de pulpo y salmón. También las sopas de fideos, acompañadas por verduras y hortalizas. "Mi plato preferido, típico de Kioto, era el okonomiyaki, una especie de pizza de col y verdura con ternera, calamar o pescado". Con buen sabor de boca llegó el gran terremoto. "Estaba en Takayama, allí sentí un mínimo temblor, pero luego confirmé su alcance en la televisión", recuerda, "y decidí ir a Kioto, donde logré contactar con la embajada española y también pude informar a mi familia. No hubo más remedio que adelantar el regreso, en un vuelo de Tokio a Barcelona, vía Helsinki, pero me quedaré siempre con un buen recuerdo de mi viaje a Japón".
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